Sí, en dos versiones, largas y numerosas reediciones, esta novela se descatálogó, tras años de éxito en España y Sudamérica, En capítulos muy resumidos os iré transcribiendo algo.
"QUISCO, MI AMIGO"
Capítulo 1
Un remolino de vilanos se amontona
a mis pies. La “catalana” se aleja levantando polvo por el camino de abajo.
Frente a mi, cuesta arriba, un puñado de casitas apretadas. Atardece. Fuego en
el cielo y manchas rosadas sobre las blanquísimas paredes. Soledad y silencio
en la aldea, una aldea de la campiña cordobesa
llena de luz y aire. Un perro acurrucado en los últimos rayos de sol que
rechinan en la acera, estira las orejas al verme. Después, viejo perezoso, viene hacia mí ladrando. Husmeas mis zapatos y
con un leve gruñido se aleja con indiferencia.
Unos instantes más, y un hombre
largo, negruzco, uniformado..., sale de un portalón de piedra. ¡Sapee..! –le
grita a un gato que está enroscado a la puerta- ¡Qué leche de animaluchos! Al
descubrirme, exclama, quitándose una gorra deslucida que trata de estirar entre
sus manos: ¡Dios guarde a usted, señorita! Usted debe ser... Sí; yo soy Blanca.
La nueva maestra –interrumpo, soltando la maleta y alargándole una mano-.
Tengo mucho gusto. Yo soy López, el municipal, para servirla. El señor alcalde,
el Victorino, que ha tenío que salir, me ha encarga que viniera a esperarla. En lo de la
Manuela tiene avisao el Victorino. Conforme se sube, a la derecha –me explica,
colocándose en medio de la calle-. No hay pérdida. Usted lo verá. Es una casa
de escalones, na más llegar a la plaza. ¡Quiscooo..! –vocea-. ¿Dónde, leche. te
has metío..? No seas tan corto, hombre. ¿No te lo dije? Acompaña a la maestra a
casa de la Manuela, que yo tengo una urgencia que hacer.
...Y del rincón de la fuente se
despega, sin rechistar, un muchachote, un niño, diría yo por sus ademanes: cabeza baja, manos
entrelazadas, camisa pajiza, mirada mongólica, pelo al rape y un trabajoso tic
en el cuello.
Estaba allí, cerca del arco de entrada:
arrinconado en la fuente de piedra, entre un chorrito de agua y un cascarón de
pared. No lo había visto antes, pero, para mí que me había observado desde mi
llegada,
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