Buenos días, amigos: Quiero estrenar años, estaciones,
días, quiero celebrar, especialmente, este otoño y compartirlo con mis amigos.
No quiero eternizarme en una portada, ni
en un perfil…, en nada. No soy la de ayer ni seré la de mañana.
Ya
estamos en el Otoño. Doblan de nuevo las campanas.
Empieza el mes de Ánimas. Llega un
año más el día de los Difuntos...
Y hojas que vuelan, y pájaros que
emigran y tormentas, chaparrones... recuerdos, nostalgia, música, sí, regazo de agua clara, latidos cálidos que se escapan
de la lira que es mi alma.
Y en este mi solitario bosque de
felicidad un puñado de diáfanos paisajes, nevada colmena que late por las
celdillas, mieles de mi corazón, que se avientan y tornan ecos que se funden con el negro... negrísimo
yermo.
Estamos en el Otoño... Chirriar de
pozos, voces y ladridos lejanos, soledad, murmullo del viento en las polillas
de mi cabeza, sierra que se va quedando sola y oscura, cóctel de nostalgias y recuerdos que se me hacen presentes, que me paralizan en el
tiempo, que me llevan…¡no sé a dónde!, pero…, no, tengo que seguir este otoño,
tengo que sentirlo, vivirlo… Unamuno me lo dice: jamás desesperes, aún estando
en las más sombrías aflicciones, pues de las nubes negras cae agua limpia y
fecundante.
Y la puerta de mi lavadero, ya ha
vuelto a su pum, pum… Es la llamada del otoño; voy a recibirlo, voy a darle un
abrazo.
En mis ojos, una lágrima, en mis labios, nada.
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