Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera
Voces
MI salita, esta
solitaria biblioteca, bosque de felicidad, tiene voz que entona canciones
de amor a mis sueños de niña que hoy como ayer sigue empeñada en bordar
la sutil luz del amanecer.Aquí, como
entonces, bajo la fotinia, ayer, de aquel jardín que fue mi casa, de cara al
frailecillo loco de la veleta, frente al arrullo del palomar, cobijada hoy en
un sillón que me acoge en cálido abrazo sigo empeñada en descifrar misterios,
perdida entre malvas, perdida en el inmenso prado de la vida, perdida en cientos
de libros salidos al tecleo de viejas máquinas de escribir, ayer, y de mi
ordenador, hoy Dime viejo
fraile loco, veleta de tantos vientos, ¿Por qué no cesas en tus devaneos con
todos los aires que soplan y pactas con la hora calma? ¿Por qué te empeñas
en hacerme creer que vives? No, no me asustas. Tú tan sólo eres un
muñeco a merced de tu amo el viento. Un grotesco fantasma, marioneta de soplos
caprichosos. Sí, ya lo sé: así también nos movemos los humanos, con amos que
no0s hacen girar hacia sus conveniencias. No, yo no me moveré.Decidme, vosotros
personajes de mis obras, vivos, a pesar de los años, cuál es el misterio que os
mantiene eternos. Lucrecia, amiga del alma que tantas veces me la jugaste, pero
me querías. No, no éramos tan distintas. Te esigo queriendo, viviendo... ¿Y tú Francisco,
Paco, resignado en la Residencia a que te hablaran de tú, algo que en tu
exquisitez considerabas casi un insulto, pero sin olvidar a tus hijos, nietos,
alumnos..., escribías y enseñabas a
aquello pobre anciano de manos secas por el trabajo y que te decía: nunca fui a
la escuela? ¿Y mi querida Manuela? ¿Y
Carlacas con sus sueños? ¿Y Carlota en
lucha por deshacerse de aquellas vestiduras que la aprisionaban? Y tú, mi
querido José... Tantos personajes como me rodeáis, me habláis de vida; también
de muerte: mi querido Sergio, Rafael, Juan... Yo os escucho, os quiero, os
siento... No os borraré de mis recuerdos, amigos sacados de mi nada pero con vida propia. Ya sois ecos
de la vida, de la canción que
cada amanecer me susurra por el alma y que un día entoné hechizada por el azul
crecido en la plenitud de mi soledad y os prendisteis en mí para siempre.Allí, entre
enredaderas, miraba, sonreía, soñaba…
escribía. Y yo era niña de cuentos, niña de magia y secretos, niña de
cristalitos y pétalos de rosa, niña de pajaritas de papel y muñecas de trapo…
Yo era niña, entonces, y ahora, crecida, más que por años, por momentos
agridulces de la vida, me siento caminante solitaria, me siento soledad y olvido… ¡Poca, muy poca cosa!
Yo creo, veleta de mi infancia, que
aquella niña sigue hoy, cantarillo que, sin rencor se llena de esperanza, de
emoción infinita al oler la rosa, al oír el viento, al ver cómo pasan las
nubes… Emoción y esperanza que me nació allí, entre enredaderas y flores, en un
bello jardín, acariciando siempre un mágico
sueño, sueño que seguirá vivo en mi mientras viva y seguirán viva esa multitud
de personajes que descasan en mis libros con los que puedo comunicarme
porque saben de mí, y ellos me deben ser un presente escondido pero que esperan
ver un día la luz.
No, no estoy
sola, soy multitud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario