Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

11 jun 2020

Voces

MI salita, esta solitaria biblioteca, bosque de felicidad, tiene voz que  entona canciones de amor  a mis sueños de niña que hoy como ayer sigue empeñada en bordar la sutil luz del amanecer.Aquí, como entonces, bajo la fotinia, ayer, de aquel jardín que fue mi casa, de cara al frailecillo loco de la veleta, frente al arrullo del palomar, cobijada hoy en un sillón que me acoge en cálido abrazo sigo empeñada en descifrar misterios, perdida entre malvas, perdida en el inmenso prado de la vida, perdida en cientos de libros salidos al tecleo de viejas máquinas de escribir, ayer, y de mi ordenador, hoy Dime viejo fraile loco, veleta de tantos vientos, ¿Por qué no cesas en tus devaneos con todos los aires que soplan y pactas con la hora calma? ¿Por qué te empeñas en hacerme creer que vives?  No, no me asustas. Tú tan sólo eres un muñeco a merced de tu amo el viento. Un grotesco fantasma, marioneta de soplos caprichosos. Sí, ya lo sé: así también nos movemos los humanos, con amos que no0s hacen girar hacia sus conveniencias. No, yo no me moveré.Decidme, vosotros personajes de mis obras, vivos, a pesar de los años, cuál es el misterio que os mantiene eternos. Lucrecia, amiga del alma que tantas veces me la jugaste, pero me querías. No, no éramos tan distintas. Te esigo queriendo, viviendo... ¿Y tú Francisco, Paco, resignado en la Residencia a que te hablaran de tú, algo que en tu exquisitez considerabas casi un insulto, pero sin olvidar a tus hijos, nietos, alumnos..., escribías y enseñabas  a aquello pobre anciano de manos secas por el trabajo y que te decía: nunca fui a la escuela? ¿Y mi querida  Manuela? ¿Y Carlacas  con sus sueños? ¿Y Carlota en lucha por deshacerse de aquellas vestiduras que la aprisionaban? Y tú, mi querido José... Tantos personajes como me rodeáis, me habláis de vida; también de muerte: mi querido Sergio, Rafael, Juan... Yo os escucho, os quiero, os siento... No os borraré de mis recuerdos, amigos sacados de mi nada pero  con vida propia.  Ya sois ecos   de la vida, de la canción que cada amanecer me susurra por el alma y que un día entoné hechizada por el azul crecido en la plenitud de mi soledad y os prendisteis en mí para siempre.Allí, entre enredaderas,  miraba,   sonreía,   soñaba… escribía. Y yo era niña de cuentos, niña de magia y secretos, niña de cristalitos y pétalos de rosa, niña de pajaritas de papel y muñecas de trapo… Yo era niña, entonces, y ahora, crecida, más que por  años, por momentos agridulces de la vida, me siento caminante solitaria, me siento soledad  y olvido… ¡Poca, muy poca cosa! 

Yo creo, veleta de mi infancia, que aquella niña sigue hoy, cantarillo que, sin rencor se llena de esperanza, de emoción infinita al oler la rosa, al oír el viento, al ver cómo pasan las nubes… Emoción y esperanza que me nació allí, entre enredaderas y flores, en un bello jardín, acariciando siempre un mágico sueño, sueño que seguirá vivo en mi mientras viva y seguirán viva esa multitud de personajes que descasan en mis libros con los que puedo comunicarme porque saben de mí, y ellos me deben ser un presente escondido pero que esperan ver un día la luz.


No, no estoy sola, soy multitud.

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