DIARIO CÓRDOBA / OPINIÓN
Agradecer no es
pagar una deuda, es reconocer la generosidad ajena. Hace cincuenta años nacía
una gran editorial: Narcea SA de Ediciones. Mis primeros pasos en el mundo de
las publicaciones me llevaron allí una mañana en la que mi marido y yo viajamos
con una maleta de obras y una enorme carga de ilusiones. Sola, con dos tomos de
mi obra Creatividad y Lenguaje, esperaba entre ingenua y desconcertada en una
salita sencilla y de una apariencia bien cuidada. En mis pensamientos, estudiadas
palabras de protocolo en aquella desconocida primera aventura editorial. No fue
larga la espera: una mujer, la directora, con suma y sencilla y amabilidad exclamó: «Perdona por haberte hecho esperar».
Y aquellas palabras mías tan estudiadas y pensadas como presentación quedaron
reducidas a nada, dada la gran humanidad y cercanía de aquella singular mujer.
Y aquel
encuentro fue el principio no solo de una gran amistad, sino de una complicidad
y conocimiento mutuo de los fines y objetivos que allí primaban por encima de
todo y sobre todo: obras educativas de calidad. ¡Qué feliz me sentí al
comprobar con el interés que aquel día y otros muchos, después, eran valoradas
mis obras!
Sí, Narcea no
era una editorial más, era y es como ola gigante que inunda de sabia sencillez
los más complejos temas educativos a la cabeza siempre de toda novedad, e
incluso adelantándose a ella de cara a un profesorado actual, creativo, formado
e informado, consciente de la trascendental tarea educativa que tiene entre sus
manos, expandiendo sus obras no solo por nuestro país sino por toda Sudamérica
con una entrega digna de conocer y elogiar. La gratitud, dicen, es el
sentimiento que más humildad concentra y más amor expande. Y yo me siento
agradecida al gran amor y valoración que siempre he recibido tanto de la
anterior directora como de la actual.
Gracias,
felicidades y que esta gran obra siga creciendo como referente de calidad para
todos.
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