Parece, mi querido Gonzalo, que te veo y te oigo, cuando
de mi mano empezabas a dar tus primeros pasos y encontrábamos alguna dificultad.
Yo te quería ayudar, pero tú te soltabas y repetías: yo “tolito”. Por eso,
solito, si bien tu madre ha sido tu gran apoyo, al no divisar futuro alguno y
tras tu brillante carrera de Filología Inglesa, lanzado
a una autentica maratón de clases particulares, hoy, al fin, vas a ver
hecho realidad tu ilusionado sueño: abrir una Academia de Inglés, una preciosa
y bien acondicionada academia donde
podrás ejercer esta profesión que llevas en los genes y en el alma: ser
profesor, maestro que sin duda lo eres y sin duda sabrás cómo llegar a todos y
cada uno de tus posibles alumnos.
Ayer me diste una
lección tan grande... Sí, cuando llegaste a verme unos minutos. Al quitarte el casco
chorreabas sudor -eran las dos de la
tarde-, te pregunté: ¿de dónde vienes con el calor que hace? Y con esa sonrisa
perenne que te caracteriza, contestaste: vengo de echar propaganda en los buzones. Muchas casas no
abren, pero es lo que hay. ¡Qué pena sentí y qué nudo se atravesó en mi
garganta! Y ya no eras tu solo, sino tantos jóvenes que por nada, con los
rigores del tiempo, se afanan en esa ignorada tarea de echar propaganda casa
por casa y buzón por buzón. No abrimos, porque son normas de la comunidad, pero
a veces, hasta sacamos los peores humos por su pertinaz empeño. ¡Qué profunda
reflexión me provocaste!
Pero tú, mi cariñoso, inteligente, servicial, mi
querido nieto te has labrado tu porvenir, a pesar de los “portazos” que a tus
pocos años ya te ha propiciado la vida. ¡Qué ejemplo de trabajo, constancia, e
ilusión, que la cara se te iluminaba cuando medio en broma, medio en serio,
hablábamos de una academia!. Días y horas empeñado en ganar algo para tu soñado proyecto. Al fin, hoy
abres las puertas y quiero que recibas como primer aplauso el que, desde aquí,
te da esta abuela que te vio nacer y crecer. Sí, esta abuela que quiere felicitarte, convencida de que tu
esfuerzo será recompensado porque los sueños, y de ello puedo darte
fe, cuando se persiguen con esfuerzo, honestidad y sin decaer, se convierten en
realidad.
Un abrazo, mi vida, y en él incluyo a tus posibles alumnos que, sin duda, los
considero ya algo también mío. Te quiero mucho.
¡Tú
sí que eres un gran diamante! -DIAMOND-
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