Buenos, días, amigos: Hoy repasamos la prensa. Mi artículo de esta semana
lo he dedicado a los mayores que, más o menos, somos todos y todos nos
parecemos en mucho.
Momento mágico del amanecer, hoy, en Córdoba
Hace años encontré una cita de O. Wilde acerca de su concepción de la vida,
bastante coincidente, en mucho, con la mía: La vida --dice él-- «es simplemente
un mal cuarto de hora formado por momentos exquisitos...». Pero la vida, creo
yo, no podemos medirla en años, ni en días, ni tan siquiera en cuartos de hora,
la vida es una sucesión de momentos que en cadena y en el repente de un flash
nos iluminan al fin de que vayamos troquelando el camino que conduce hacia
nosotros mismos. Sí, hasta el momento postrero nos queda tiempo para escribir
una palabra, al menos, sobre el blanco tapiz de la vida.
Y un momento es la
salida del sol y el ocaso, y un momento es la sonrisa de un niño y el perfume
de una flor, y un momento es el repique de campanas, y el paso de un coche
fúnebre, y un pájaro que canta, y un ser humano que llora, y un momento es la
euforia de un día, y la depresión y soledad, de otro.
Solo vivimos momentos sumergidos en el vaporoso agridulce que, en
definitiva, viene a ser la vida, pero la vida fluye como los ríos y nadie puede
bañarse dos veces en la misma agua. De ahí que la vivamos a conciencia de que
gota a gota corre sin retorno. No hay marcha atrás en el tiempo. Tan solo
disponemos de ese maravilloso momento que, en este mismo instante, tenemos en
nuestras manos. ¿Por qué no vivirlo con la exquisitez de lo efímero y no
obstante transcendente?
Queridos mayores: vivamos, sí, la vida momento a
momento sin nostalgias del ayer, sin miedos al mañana. Sintamos, vivamos, aún
mermados por incapacidades, conscientes de la luz del amanecer y del irisado
crepúsculo del atardecer, porque de la mañana a la tarde hemos tenido momentos
que nos pueden orlar o nos pueden dejar el vacío irrecuperable de días
perdidos.
* Maestra y escritora
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