Esta
madrugada, al salir a la calle, he sentido una profunda emoción al encontrar a
un hombre, un pobre hombre, un hombre pobre que tiritaba de frío: debates
políticos, promesas, luchas por el poder, mentiras, besos, palabras que se
repiten y que se lleva un soplo de viento, más la belleza infinita, la calma,
el silencio del amanecer, me han transportado a otra dimensión, sí, a la de ese
otro soñado mundo donde no hay aun ser humano con frío, con hambre, sin techo…
Hice la
foto del cielo de todos que era lo más reconfortante, y dediqué a mis hijos,
especialmente, y a mis nietos estas palabras salidas de lo más sincero de mis
sentimientos:
La vida,
hijos, me ha enseñado todo lo que sé pero lo más importante y trascendente ha
sido descubrir, por los caminos de la reflexión y el análisis, que todos los
seres humanos podemos tener idénticos vicios
e idénticas virtudes. Nos podemos diferencias, eso sí, a la hora del
encuentro con los demás, ya que, bien podemos sacar el aguijón y herir, bien
podemos derramar una gota de bálsamo y suavizar heridas, bien podemos pasar de
largo ante el que sufre, ante el que llora, bien podemos hacernos unos con él.
¡Ojala
vuestra opción sea la de mirar y ver qué corto es el viaje y qué largo el dolor
de los viajeros!
Vuestra madre que tanto os quiere.
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