UNA gaviota sobre vuela mis pensamientos
en esta playa donde los recuerdos me siguen latiendo
como si quisieran romper los pulsos del tiempo
y resucitar cada instante pasado en el negro reloj parado
en la noche de un día… ¡Ya tan lejano!
¡Tremenda soledad la de esta hora!
¡Vuela, vuela, preciosa avecilla de los mares!
que yo, del cielo al mar y del mar al cielo, me elevo
nube de sueños que se mece en el agua.
¡Qué niña es mi voz en el silencio del mar!
No obstante puedo reconocer aquella otra...
reino de ilusionados sueños en playas de luz
y canciones al viento.
Sí, la voz del hombre que sigo amando,
Y que que me arrulla aquí y allá
en la sierra salvaje donde los montes duermen
dónde árboles y rosas, fueron semilla en sus manos
dónde un reino de ingenuos sueños
dialogan con las jaras, el romero, el tomillo….
También aquí, en el camino blanco del agua que
en noches de luna llena me reverbera el eco
de aquel torrente de amor
siempre caricias, besos, palabras…
Escucha, Dios, mis calmados quejidos
en este laberinto de mar, tierra, cielo, recuerdos, deseos, miedos…
Escucha, Dios, y dime: ¿Qué hago en esta desconcertante espera?
Que tu voz creadora me ordene de nuevo:
¡Sal fuera: camina..!
¡No te vayas, avecilla de los mares!
¡No, no me dejes tan sola!
2 comentarios:
Hola, Isabel:
Hermoso poema has compartido en tu blog; gracias por siempre estar presente en mi corazón, a través de la poesía se puede saber mucho de una persona.
Un abrazo.
Gracias, Cristi: Sinceramente, pienso que mis poemas no valen gran cosa, pero siempre encuentro receptividad en almas tan sensibles como la tuya que saben leer, más allá de las palabras, los sentimientos que tan bien has expresado en tus versos que te agradezco de corazón., Un abrazo. Isabel
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