1
Un alumno, en competencia con otro, me abordó:
-¿A que el águila es más fuerte que la paloma? –dijo convencido.
Yo le contesté: ¿Quién crees tú que era más fuerte David o Goliat?
El pequeño, tras un silencio, contestó:
-Yo lo que sé es que David fue más listo.
-¿Ves, ahora, -le dije- quién puede ser el más fuerte?
Sí, -contestó- el que tenga más maña
2
Me preguntaba una niña
-Maestra, si el pez grande se come al pez chico, el último de la fila, ¿a quién se come?
Por unos instantes, dudé en la contestación. Después, improvisé:
-Pues, los chicos se comerán unos a otros y...
Antes de que terminara mi improvisada “lección”, ella exclamó:
-¿Y por qué los grandes no se comen también a los grandes?
-¿Qué te pasa? -le pregunté- Parece que te noto triste.
-Es que mis padres a lo mejor se divorcian. Esta noche los he oído pelearse en la cama.
Al día siguiente, llegó radiante. Se me acercó y dijo:
-Seño, mis padres ya no se divorcian; esta noche los he oído “respirar” en la cama.
Los niños/as, desde sus respectivos sitios, la observaban sin perderse ni un sólo de sus movimiento.
Cuando la tórtola arrulló la primera vez, yo dije:
-¿Os habéis dado cuenta cómo la tórtola parece que llora?
Pero, cuando arrulló por segunda vez, todos a una exclamaron:
- No, maestra, la tórtola no llora; la tórtola ríe.
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