Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

20 jun 2016

Stop al extras


  Ya estamos en verano, amigos. No. no pasa el tiempo; pasamos nosotros.   Aprovechemos los días, las horas. y las oportunidades, ahora que podemos   o medio podemos. Mañana, tal vez sea tarde. Que cada día de este verano, sea una página luminosa por muy torcidos que tengamos que escribir los renglones, pero ni una en bloco que no podremos recuperar. Feliz verano para todos.


Na                           Naveguemos por oscura que sea la noche; siempre habrá luz que nos guiará 

DIARIO CÓRDOBA/ OPINIÓN
STOP AL EXTRÉS
ISABEL AGÜERA
Pues, no, no es sinónimo de energía el trepidar de vida que llevamos en años jóvenes, cuando nos sentimos fuertes y hasta guapos. No obstante, personalmente, he tenido que cumplir años para entender que ese incansable trabajar no era precisamente lo que yo creía, sino un maldito estrés con muy buena memoria,   estrés que se tornaría, con el paso de los años, en una especie de cuerda loca que se nos dispara a lo más mínimo sin que podamos controlarla y que nos produce tal nerviosismo, ansiedad, etc. que la vida nos ahoga por momentos. Un «saltaero» –me contaba una mujer-- que no me deja vivir. 
Por mi experiencia de persona estresada me creo en disposición de entender este mal de nuestro tiempo y ante el cual el individuo que lo padece se siente mal y, paradójicamente, a lo que pueda parecer, sólo él sabe cuán penosa es su sensación de fatiga. El sistema nervioso --y esto no lo digo yo, sino profesionales de la psicología- puede ser considerado como un gobierno. Esto es, como un coordinador que regula la excitación o el sueño con arreglo a las necesidades del momento. 
¿Qué ocurre en el agotamiento? Ese gobierno, envenenado por el cansancio, deja pasar los mensajes sin dominio alguno y da lugar a la anarquía total. El buen funcionamiento de la corteza cerebral depende evidentemente de que las células nerviosas se hallen en buen estado, y también de la perfecta regulación realizada por el centro nervioso. Hoy, más que nunca, las necesidades y la carrera de la competitividad nos obliga a trabajos extra, prescindiendo, como es lógico, de las horas de descanso que necesitamos para eliminar las toxinas que envenenan las células y nos conducen al agotamiento que un día nos provocará el «saltaero» que nos pueda conducir al infarto.
Stop a los excesos e impongámonos tiempo de   descanso, sin
inútiles excusas. 


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