Parece como si la historia
del mundo se hubiese borrado y naciera de nuevo, blanca, inmaculada
reivindicando eternizarse en la calma fresca de esta hora, de este bello` paisaje de luna
llena donde los más puros sentimientos
afloran radiantes. Mi alma, volcán de sentires, torbellino de ferviente
adolescencia, cohabita en hermandad con tan vírgenes deseos que corean cielo,
luna, silencio, fresco árboles…
Un no sé qué cósmico respiro
y me transmuta en juguetonas olas de
radiante felicidad como si solo el universo acariciara mi cuello en amoroso
coqueteo, como si solo este escenario
fuera canción que acariciara mis oídos, como si solo esta hora
fuera testigo de mi existencia. ¿Acaso hay alguien más?
Trepidar de trenes que no
cesan en el temblor de las horas, estrellas que se apagan en el negro claro crespón que empieza a ser
la mañana, una voz lejana, un perro, un suspiro, un deseo, un recuerdo…
¡Qué paréntesis de felicidad
en el agridulce de la vida! Quiero vivir la felicidad de este nuevo alumbramiento
virgen de todo, historia de un día sin pasado ni futuro, blanca luz que irradia latidos, tálamo divino donde
quiero reposar mis sueños, y mi corazón, con vida nueva en el regazo del amanecer, de la luna, en
brazos de un Dios que se apellida Amor.
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