Ayuntamiento, vigía, día y noche de nuestro pueblo
Y en esta mi obra, recuerdos de nuestro pueblo
en los difíciles años de la posguerra
Buenos días,
amigos de este Blog: hoy es día de Ayuntamientos y es por ello que voy a dedicar unas
palabras al que más quiero, al que me vio nacer, al de mi pueblo, Villa del
Río.
Muchas, muchas las
veces que en ese antiquísimo y bello salón de nuestro Ayuntamiento me he
dirigido a pequeños y mayores, muchas las que he recibido honores y aplausos
por la corporación saliente y las anteriores. Es justo, por tanto, que hoy,
desde esta tribuna de mi casa, le dirija unas palabras a todos.
Mi
agradecimiento, en primer lugar, a la corporación saliente, por las muchas
distinciones que me ha otorgado y, sobre
todo, por el gran impulso dado a nuestro querido pueblo, a sus costumbres y tradiciones.
Pero,
soy hija del pueblo, hermana de su gente, vecina de cada casa, calle y plaza y
es por eso que para mí no haya más color que el de ser paisana de todos. Mi
enhorabuena, pues, al nuevo Ayuntamiento en el que los villarrenses han
depositado tan prestigiosa y
trascendente responsabilidad como es
la de fomentar y elevar tanto el
nivel educativo, cultural como ciudadano
y social.
Pueblo
el nuestro de costumbres y tradiciones que nos nacieron al arrullo de un río,
al toque de unas campanas, bajo el manto de una Virgen y en el seno de una gran
familia en tiempos dividida y hoy de vuelta a casa todos.
Costumbres
y tradiciones que recibimos de nuestros antepasados y que son como huellas
grabadas en el alma y que inevitablemente,
día tras día, nos guían en
incesante caminar por nuestras calles y plazas, escenarios por donde el trajinar de las horas tienen
también el nombre de todos aquellos que se nos fueron y que un mal día protagonizaron
el doblar de campanas que silenciaban
palabras y daban paso a lágrimas amargas.
Calles,
casas, balcones, ventanas, tejados, marcos de luz que alumbraron nuestro
nacimiento, el de nuestros padres y tal vez el de nuestros abuelos y puede que,
buceando en el tiempo, encontremos en ellos las raíces más profundas de nuestra
ascendencia.
Gala
del Betis, risueña villa,
pueblo
bendito donde nací;
quiero
ser bueno, quiero ser sabio
para
ser hijo digno de ti.
Himno
de nuestro pueblo que escuchaba en la voz de mi padre y que hoy, como en otras
ocasiones en las que mi pueblo me ha distinguido, me repito en total sintonía
con esta letrilla del poeta y maestro de escuela don Diego Molleja.
Felicitaciones,
pues, a los que se van y a los que llegan. Vamos ya, sin pausas, a seguir
construyendo, creciendo.., la singular creatividad de nuestro pueblo
Sí,
quisiera ser buena, quisiera se sabia para ser diga de este gran pueblo: Villa
del Río; mi pueblo.
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