A mis hijos, en especial
1
Un día ya no estaré para seguir viendo cómo corren las nubes, para seguir sintiendo cómo la vida es un ligero paso en el que, a veces perdemos y a veces ganamos, para seguir comprobando que lo único que vale la pena es el amor que damos y recibimos... No estaré pero tened la seguridad de que mis ojos descubrieron horizontes ocultos, mis oídos escucharon palabras silenciadas, mis pasos marcaron huellas inéditas, mis labios repartieron besos sin destino, mis manos, caricias olvidadas, mi corazón, latidos de amor.
2
Somos, hijos, criaturas en cuyas miradas asoma el alba; somos corazón y vida por donde fluye el maravilloso ocaso de cada atardecer. Somos himno que entona sueños, mientras tejemos el sutil relámpago que cruza el cielo y lo ilumina en blanca vorágine de altura. Somos belleza y amor. Somos, y ahí radica el milagro, solitario bosque de felicidad. Despejad horizontes y veréis que al final del camino sólo existe una verdad: el amor vivido.
3
¡Ojala, al finalizar el camino y mirar hacia atrás, podáis leer muchas historias de amor, protagonizadas por vosotros sin ser por ello los actores principales!
4
Sucede, casi siempre, que en la vida de parejas, que da más, el que más ama pero, a veces, la convivencia exige que, para equilibrarla, el que ama más, ame menos.
5
Los valores que admira el mundo tan sólo son efímero deslumbrón de una estrella fugaz que se apaga en la tierra. Pero la belleza, los valores que admira el sabio son universal armonía de la que sólo se percibe una suave brisa que deja al descubierto el corazón palpitante del hombre.
6
Vivir una historia de amor es un privilegio tal que, desde mi punto de vista, es lo único que vale la pena en este mundo, pero esa historia de amor se escribe desde muchas y variadas perspectivas. Lo importante es dar con la "letra" capaz de rellenar páginas hermosas.
7
l amor es una delicada flor que hay que abonar, regar, cuidar de las excesivas temperaturas, transplantar, si fuera preciso y, sobre todo, dejar crecer en libertad. No hay flor que resista los caprichos, que un mal día, se le ocurran a un mal jardinero.
l amor es una delicada flor que hay que abonar, regar, cuidar de las excesivas temperaturas, transplantar, si fuera preciso y, sobre todo, dejar crecer en libertad. No hay flor que resista los caprichos, que un mal día, se le ocurran a un mal jardinero.
8
El amor es un vino que sirven las vírgenes del alba, que da fuerza a las almas vigorosas y les permite alcanzar las estrellas. Cada día hay que beber de él porque, de lo contrario dejaremos secar la fuente y con ella nuestra vida se tornará desierto intransitable.
9
Las páginas escritas en amor, no hay años que puedan borrar. Doy fe de ello.
10
Cada cosa, una vez; sólo una vez. En esta casa la memoria de las cosas tiene nombre: amor. Cada cosa fue amor; cada vez fue amor. Y lo seguirá siendo. No lo olvidéis y haced de las vuestras nidales donde la ternura, el afecto, la comprensión sean la atmósfera que respiréis cada día.
11
Debe ser algo terrible vivir sin amor. No puedo imaginar un mapa genético sin que, en sus cuatro puntos cardinales, aparezca como factor por excelencia, el amor, porque sabernos amados, saber que le importamos a alguien, saber que somos objeto de atención y ternura es como un constante renacer con increíbles deseos de superar dificultades, y es una especie de trance por el cual la ilusión toma tales vuelos que en nuestras vidas parece como si se paralizara el implacable almanaque del tiempo.
12
Reivindicad amor para todos los seres humanos. Reivindicad ternura, delicadeza... humanidad... No, no se puede vivir sin amor, y lo sé porque, tras muchos canarios cantándome en la terraza, uno nuevo, recién llegado, me alegra la vida con sus trinos a todas horas. Eso es, seguro, porque me ama. ¡Claro!: Amor con amor se paga.
13
Tañen las campanas y el hombre llora; repican, y cantan. Me sitúo en la vela y pregunto: ¿Qué soy yo? ¿Qué el hombre?
Una voz que, como el trueno, rueda por cimas y valles, me responden: el hombre es la sombra de la nada, si se compara con su creador; pero el hombre es un juguete, cuya cuerda es el amor. Si por desconocimiento, egoísmo o pereza deja de activársela, sólo será un montón de chatarra, un enjambre de alimañas.
14
Si en el momento justo de mi muerte pudiera sentarme frente a este ordenador, las últimas palabras que desearía escribir serían éstas: Sólo sé que amé.
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