Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

1 jun 2023

DE MÍ NOVELA BUSCANDO EN LA VIDA

CINCO Y MEDIA DE LA TARDE.  Hace algo de calor. La hierba del jardín de arriba está fresca y crecida. Los celindos se doblan en guirnaldas que rozan  la tierra en caricias de olores y pólenes. Cerca, el gallinero, la fuente grande con la mujer  de mármol manca y desnuda,  y cerca, muy cerca, marañas de rosales de pitiminí. ¡Qué bien huele! Me busco un escondite entre las enredaderas y con mi chocolate de la merienda entre las manos noto una extraña felicidad... Sola. Sí, siempre sola, notando cómo me  crece la vida por dentro y agiganta mi alma de niña que, sin respuestas, sigue y sigue imparable, intuyendo, descubriendo, en un vaivén de mareas que no cesan de dar a luz sentimientos, que también  palpitan entre el verde del jardín y el azul limpio del cielo.

Mi hermana Blanca, guapa, alegre, simpática, graciosa, irresistible para todos, vocea: ¡Vámonos a  merendar a la hierba! ¡Tengo una idea!

Y  los siete  hermanos que somos en un divertido corro de rutinaria merienda, expectante a la sugerente y sorpresiva  idea de Blanca, torrente de precoz y picaresca adolescencia, escuchamos  embelesados: ¡No vale comerse todavía el chocolate! ¡Vamos a hacer una cosa! Yo cierro los ojos y voy pasando la mano. El que quiera más al Niño Jesús que me dé su chocolate. Entre risas, palabras, gestos... mis hermanos abandonan de una espantada el asalto fortuito a su legítima merienda. .Con los ojos cerrados y la mano extendida, Blanca persiste estática frente a mí que  noto un escalofrío que me  fluye imperativo, y  me come en urgencias sin que sepa entender dónde me nace  su vehemencia y por qué no amaina un instante y me deja en la libertad de mis sueños en la hierba.

Sí, yo, yo soy la que más quiero al Niño Jesús. ¡Ni un día le faltan  mis flores, mis caricias, mis besos! Él, tan niño, es siempre mirada que me sigue en mis torpes pasos por las horas largas de los atardeceres en el jardín, destino favorito de mis sueños. Sí, yo soy la que más quiere a los gatos, y a las gallinas y al miedoso frailecillo de la veleta, y a la mujer manca y desnuda de la fuente, y a los niños pobres y a la vieja Anica… ¡Yo soy la que más quiere siempre! Mi chocolate, pues, ya tiene destino: la mano de mi hermana Blanca. 

Mis hermanos se ríen. Repiten, siempre repiten: Carlota es tonta de remate. 

Vuelvo a mi escondite. Lloro. ¿Por tonta o por mi chocolate? Sólo sé que lloro. La mujer de mármol, manca y  desnuda, y yo somos lo único ya del jardín de arriba, y las gallinas que en perezosos cacareos se balancean en los palos del gallinero, bajo mi ingenua mirada de compasión. Tengo miedo de salir, de andar... de mirar a la mujer de la fuente manca y casi desnuda.  Ella lo ha visto todo. ¿Y si también se ríe?  ¿Y si me llama también tonta de remate?  

Es martes y he cumplido ya diez años. Luisa, con picaresca sonrisa, dice que pronto voy a ser mujer. No entiendo a Luisa, pero no quiero  ser de mármol ni quedarme manca ni desnuda. No, no quiero ser mujer, pero quisiera tener alas y volar, pero, ¿dejar a mamá? No, no puedo volar. A lo mejor otro día.


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