Miércoles 7 de junio de 2023
Buenos días, amigos: sencillamente emocionada con vuestra autoevaluación del tiempo que llevamos, trabajando juntos. ¡Para que alguien diga que las Redes Sociales solo sirven para cotillear y perder el tiempo!
Con vuestro permiso, voy a ir publicando vuestros escritos. Si alguien no quiere que aparezca su nombre
Y, bueno, hoy nos despedimos del Suplemento de Educación en el periódico, que no aquí, por vacaciones.
MAESTROS
¡ALERTA, PADRES!
ISABEL AGÜERA
Es curioso observar la habilidad de los niños para manejar el mouse de un PC. o sencillamente, un móvil. Parece como si hubieran nacido con ellos debajo del brazo. Internet le ofrece todo tipo de páginas de contenido tan sumamente atractivo que es casi imposible resistirse a ellas. Pero en medio de la maraña de buenos sitios, la Web, como toda telaraña, también cría seres ocultos, negros, garras infernales para los pequeños que presas fáciles caen en ellas con efectos irreparables. No hay que esforzarse mucho para descubrir con cuánta facilidad personas anónimas con ideas perversas pueden estar manejando los finos hilos de la sensibilidad de nuestros hijos, ahí, en el hogar, junto a los padres que ajenos a tantos y tan graves problemas se desentienden de sus chicos que pasan horas conectados a la red.
Y no son historias leídas de sucesos lejanos, no, yo misma comprobé hace años, con inmenso dolor, los cómodos caminos que proporcionan acceso y comunicación con niños desde pocos años. Sí, me bastó entrar en canales del chat, que los había para niños y, pasando por uno de ellos, obtener conversaciones sexuales, intercambio de fotos - engañosas por parte de los mayores - e incluso buscar encuentros cara a cara con chicos ajenos al riesgo que se exponen.Y es que tras las brumosas aguas de la Red, los peligros son inmensos que, en constante bombardeo, se superpone con total desvergüenza en los mensajes que se cruzan los pequeños y que de forma explícita o subliminal penetra y anidan en las regiones más primigenias del cerebro humano, creando adicción a un sexo generador de aberraciones, agresividad, violencia...
Si esto le sucede a un adulto, tal vez pueda digerirlo, pero cuando el que está ante la pantalla es un niño, las puertas del engaño, el daño físico y mental se agitan y puede ser irreparable.
Hace unos días la noticia la oí en un telediario: cada vez con menos edad, los niños acceden a contenidos pornográficos. Mi reflexión, mi indignación y mi súplica no son otros que invitar a los padres a comprobar, mediar y, sobre todo, no dejar a los hijos solos ante tamaños peligros, porque, cuando no quieran salir, ni ir de vacaciones, ni relacionarse con la familia, ni estudiar, etc. será demasiado tarde porque la adición supera toda propuesta.
Alerta, padres, madres, abuelos, etc. evitemos que lo que más queremos y nuestra primera responsabilidad, se convierta en un esclavo complaciente de estos Medios.
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