Buenos días y feliz sábado, amigos: perdonad si algún comentario queda sin agradecer por mi parte, pero la causa es que no a todas horas dispongo de Wfis. Hoy vuelvo, de nuevo al pueblo, y no para añorar, sino para recordar y mostrar a los más jóvenes un pasado doloroso aquel de la posguerra. Álbum de recuerdos que vistos al día de hoy pueden resultar grotescos, pero que, sin duda, fueron protagonistas que no debemos dejar perdidos, muerto, en la memoria de los que los vivimos. Son raíces que no arden.y son, como decía un campesino, más duras que Dios.
EL HOMBRE DE LOS ZANCOS: MAGIA Y ASOMBRO
Aparecía, de tarde en tarde, un pintoresco personaje que no sé si exactamente se correspondía con los días de feria, pero real y vivo lo sentía, hasta hacer palpitar mi corazón, mezcla de asombro, miedo, alegría.
Me voy a referir a un hombre que sobre gigantescos zancos aparecía en el pueblo y recorría las calles. Los chiquillos por las calles, a carrera limpia, lo pregonaban: ¡ha venido el hombre de los zancos!
Desde los balcones, a los que llegaba con sus zancos, la gente mayor lo celebraba, mientras los niños, con recelo, lo observábamos entre las faldas de nuestras madres y a mí, personalmente, se me antojaba que era un hombre de palo.
En días sucesivos los niños y niñas tratábamos de imitar al gigante de los zancos, habilitando como tales sendas latas a las que, mediante diestros agujeros, atábamos cuerdas que, manejábamos al andar, logrando imitar así los originales zancos a nuestros pies. Caídas, golpes, intentos hasta lograr caminar y correr con aquellas latas dirigidas. Juegos siempre fruto de creatividad y fantasía.
Un año, en un pueblecito cordobés, organicé con mis alumnas, los originales zancos de lata, y fue un trance tan divertido que no hace mucho una de ellas, hoy casada y con hijos, me repetía: ¿Se acuerda de los zancos? ¡Qué bien lo pasábamos en la escuela! Ahora las cosas son diferentes.
Yo creo que la gran diferencia, la enorme diferencia radica en que hoy día todo está tan superado que unos zancos de lata no es cosa que se les ocurra a nadie pero estoy convencida de que seguiría siendo de gran ilusión para los niños que, ante todo y siempre, seguirán siendo niños, aunque, cada vez con más prisa, los queramos incorporar al frío mundo de las realidades, sacándolos así, del maravilloso mundo de los juegos y sueños.
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