Diario Córdoba/ Opinón
ISABEL Agüera 18/08/2015
Un amigo, gran psicólogo, me hablaba de algo que yo no había oído: una cuarta edad. Gracias a las mejoras en los estilos de vida y a la atención sanitaria es más frecuente que grupos de personas enmarcadas en la ancianidad, la tercera edad, se encuentren en plenitud de facultades físicas y mentales, si bien es normal que sientan algún tipo de dolencia, lo cual no las convierte en desahucios de la sociedad.
Son muchos los mayores que se encuentran en plenitud y no obstante son objeto de discriminación para demasiadas cosas.
Desde mi punto de vista hay grandes diferencias entre ser mayor y ser viejo: mayor es quien tiene años; viejo quien perdió la jovialidad. El mayor vive cada día como único, con proyectos, con ilusión; para el viejo todos los días son iguales y su agenda está en blanco. El mayor camina, trabaja, se relaciona, se comunica: el viejo la mayor parte del tiempo lo pasa renegando de todo.
En mi particular oración pido que los años no me hagan indiferente, insensible a mi realidad presente, porque quiero seguir construyendo, colaborando, soñando...Hay un pensamiento de Marañón que viene a resumir todo lo dicho: "Vivir no es sólo existir, sino existir y crear, saber gozar y sufrir y no dormir sin soñar. Descansar es empezar a morir".
Animo, pues a esa cuarta edad. Hay que seguir regando la parcela por pequeña que sea, hay que seguir aprendiendo, enseñando, repartiendo esperanza. Jamás un hombre es demasiado
viejo para recomenzar su vida, jamà para dejar de enamorarse, jamàs para dejar de amar.
Son muchos los mayores que se encuentran en plenitud y no obstante son objeto de discriminación para demasiadas cosas.
Desde mi punto de vista hay grandes diferencias entre ser mayor y ser viejo: mayor es quien tiene años; viejo quien perdió la jovialidad. El mayor vive cada día como único, con proyectos, con ilusión; para el viejo todos los días son iguales y su agenda está en blanco. El mayor camina, trabaja, se relaciona, se comunica: el viejo la mayor parte del tiempo lo pasa renegando de todo.
En mi particular oración pido que los años no me hagan indiferente, insensible a mi realidad presente, porque quiero seguir construyendo, colaborando, soñando...Hay un pensamiento de Marañón que viene a resumir todo lo dicho: "Vivir no es sólo existir, sino existir y crear, saber gozar y sufrir y no dormir sin soñar. Descansar es empezar a morir".
Animo, pues a esa cuarta edad. Hay que seguir regando la parcela por pequeña que sea, hay que seguir aprendiendo, enseñando, repartiendo esperanza. Jamás un hombre es demasiado
viejo para recomenzar su vida, jamà para dejar de enamorarse, jamàs para dejar de amar.
"Envejecer --dice O. Wilde-- no es nada; lo terrible es seguir sintiéndose joven".
* Maestra y escritora
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