Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

1 jul 2015

Ruego del adolescente

    


               Vuestra caña de pescar no me sirve; enseñadme a manejar la mía


Mamá, ¿estás ahí? Sí, te oigo “cacharrear” en la cocina, y oigo  tus pasos de acá para allá en incesante trasiego y oigo también  el motor del coche de papá que llega, cansado como tú, siempre buscando y queriendo lo mejor para mí y mis hermanos. No sé qué deciros.
¿Puede ser que me haya nacido una voz sin palabras todavía?      
Ahora soy miedo, inseguridad, vergüenza, deseo... A veces, papá, quisiera ser aquel niño que se enganchaba a tu cuello y te comía a besos, y quisiera, mamá, seguir siendo el pequeña que se dormía en tus brazos entre mimos y caricias, pero...   
¿Puede ser que me hayan nacido  caminos  sin pasos todavía?
Un extraño sentimiento de vergüenza, un incomprensible pudor parece empeñado en distanciarme de vosotros. El papel de niño ya no me gusta. El papel de hijo silencioso y sumiso se me queda pequeño. Los consejos que me dais me parecen no estar hechos a mi medida. Quiero que alguien me escuche, cuando hablo, quiero que mis cosas sirvan para algo, quiero que alguien confíe en mí y deje de llamarme niño. Quiero asistir a  clase para discutirla, aceptarla, rechazarla, cambiarla…  Ya no quiero ir por la calle para admirarme de lo que pasa por ella, sino para gritar que nada me causa admiración.
¿Puede ser que me haya nacido   una mente sin rumbo todavía para conocerme?
¿Puede ser que me haya nacido una persona reborde, protestona, gritona, disconforme, incrédula sin norma, una persona  desconocida que tenga  que educar?
Quiero, no obstante, deciros que os necesito, que os quiero más que a nada y a nadie del mundo, y quiero daros las gracias por soportar las estridencias de mis músicas que necesito porque con ellas ahogo las mil interrogantes que brotan en mi alma en los instantes: ¿Quién soy...? ¿De dónde vengo...? ¿A dónde voy...?
Y quiero daros las gracias por autorizarme la puerta cerrada, conscientes de mi presencia real.  Calláis, me comprendéis, me acompañáis...  Y yo, sin poderlo evitar,   ausente, agresivo,  mudo…
¿Estoy o lo parezco? ¡Ah...! una cosa quiero pediros y, por Dios, no la olvidéis:  Aunque os parezca mi paso ligero y alegre mi canción, ¡no puedo con la mochila llena a rebosar de tantas cosas…
¡Cuánto pesa! ¡Una mano, por favor, mamá, papá! Tan solo eso: una mano para encauzar y soportar  mis nacimientos. Os quiero, os necesito; no me dejéis.

No hay comentarios: