Andaba yo en ignorancia radiante por haber logrado mi primer premio literario. Corrí en busca de un amigo y exclamé:
-¡Lo conseguí! ¡Ya soy escritora!
Y él, con displicencia, contestó:
-¡Estás loca de remate! Por ahí no vas a ninguna parte.
Busqué entonces a un escritor y repetí:
-¡He ganado un premio!; ya soy escritora.
Y él, casi volviéndome la espalda, exclamó:
-¡Uf..! ¡Mala cosa! ¿En qué te has metido?
Y me fui a un familiar:
-¡Soy escritora! -volví a repetir.
-De eso nadie se muere rico - contestó fríamente.
Y me fui entonces a un niño:
-Soy escritora -susurré, temiendo que no me entendiera.
-¡Bien! -exclamó radiante-. Escríbeme un cuento, escribe muchos cuentos.
Sí, los escribiré. Los niños son mis mejores destinatarios. Ellos merecen mi tiempo, mi creatividad, merecen mi vida porque en sus corazones no anida el aguijón de la envidia.
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