Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

1 jul 2009

Néctar de la vida




1º Todas las mañanas, en mi paseo al jardín, me detengo unos minutos debajo de unos cipreses. Quiero saber cómo es su sombra, cómo su olor, cómo el sonido del viento por entre su apretado follaje. Ellos serán mi única compañía cuando abandone este mundo. ¿Cómo entenderlos después, si no los conozco ahora?
2º Todos los días, acompaño a mi nieto a la puerta de su Centro Escolar. No merezco tanta dicha. Es inexplicable mi emoción. Creo que vale la pena la vida con sus agridulces vaivenes, si hay un nieto que llevar a la escuela.

3º Sacar agua de otro pozo es una buena forma de saciar la sed, pero más importante que eso es buscar y sacar agua de nosotros mismos porque no sólo saciará nuestra sed sino que será un pozo más en el camino de los demás..


4º Gorrioncillo de alas blancas, tú, sin haber hecho nada para ello, eres una maravillosa excepción entre los de tu especie. No esperes a que tus hermanos te lo reconozcan. Prepárate, eso sí, al aguijón de su intolerancia y envidia. No obstante, para mí eres lo mejor de cada amanecer.


5º Mi radio reloj no me falla. En la oscuridad de la noche me recuerda, en números rojos, que de momento sigo viva. Y me vuelvo a dormir agradeciéndole tan buena nueva.

6º Gracias, brasero. ¿Qué sería de mí, con lo helada que soy, sin tu calor?


7º Hace años vi por la calle a una pobre mujer que corría y lloraba. ¿Por qué lloraría? ¿Por qué correría? Dos interrogantes que jamás podré desvelar ni olvidar.


8º De niña tuve un bonito sueño: bordar el cielo con hilos de seda y pintarlo con lápices de colores sobre una hoja de papel. Hoy sé que mi sueño se ha hecho realidad porque veo a Dios en el gran lienzo de la vida y en mi corazón late, en pequeñas puntadas, el suave aguijón del amor.

9º Cuando veo solo mi sillón, puedo imaginarlo definitivamente sin mí. Siento pena `por él, tan acostumbrado a reconocerle la comodidad y calidez que me regala.

10º Al dejar la litera del tren, en la que he pasado la noche, he sentido que mi cuerpo ha descansado sobre otros muchos cuerpos, ¡sabe Dios de quienes! Tal vez asesinos, borrachos, rameras y, puede que también, por qué no, religiosos, poetas, filósofos... Y he sentido que otros muchos cuerpos, ¡sabe Dios de quienes!, en adelante, descansarán superpuestos también sobre el mío. En mi corazón han estallado unas palabras: ¡Dios, cuánto los amo!

11º Cuando se ha vivido la infancia al calor de una familia como fue la mía, uno es poseedor de un mágico cáliz que, si bien, pobre de solemnidad en su día, por viejo y usado que esté, siempre nos servirá para saciar cualquier sed que padezcamos.

12º El ser humano que no ha experimentado el amor de ser abuelo, es como un cuenco que si bien ha sido recipiente para toda clase de excelentes caldos, jamás lo ha sido para el agua fresca y limpia que mana de la fuente.

13º Las paredes de esta casa tienen alma. Ellas son el más cálido abrazo que recibo cada día. Por eso las miro, les hablo, las beso...


14º Recuerdo a mis abuelos: besos, caramelos, cuentos... Muchas noches sueño con ellos, y me llaman Isabela como lo hacían en vida. Y su voz y su regazo son un mar de transparencias en el que me adentro sin miedos, buscando hilos de luz que, a veces, se me apagan.

15º Hoy es para mí un día feliz porque aquella semilla que este invierno sembré, me ha sorprendido esta mañana con su mejor fruto: una pequeñísima flor. Me maravillo de tal regalo.

16º Te doy gracias, jazmín, por tu generosa floración. ¡Quién tuviera tu sencillez y aroma!

Cosas así, cosas mías, son néctar de vida que cada día me bebo sorbo a sorbo.

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