Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

26 dic 2008

AMOR

El amor es una delicada flor que hay que abonar, regar, cuidar de las excesivas temperaturas, transplantar, si fuera preciso y, sobre todo, dejar crecer en libertad, porque no hay flor, por fuerte que sea, que resista los caprichos que un mal día se le puedan ocurrir a un mal jardinero. Ni hay flor que resista la presión, el chantaje de otro amor.
La flor del amor sólo se alimenta de amor.

Un día ya no estaré para seguir viendo cómo corren las nubes, para seguir sintiendo cómo la vida es un ligero paso en el que, a veces perdemos y a veces ga­namos, para seguir compro­bando que lo único que vale la pena es el amor que damos y recibimos... No estaré pero mis ojos cerrados seguiran descubriendo horizontes ocultos, mis oídos, palabras silenciadas, mis pasos, huellas inéditas, mis labios, besos sin destino, mis manos, caricias olvidadas, mi corazón, latidos de amor.


“El amor es un vino que sirven las vírgenes del alba, que da fuerza a las almas vigorosas y les permite alcanzar las estrellas”. Cada día hay que beber de él porque, de lo contrario dejaremos secar la fuente y con ella nuestra vida se tornará desierto intransitable.
Por el contrario, el amor hará fértil, muy fértil nuestras vidas. No dejemos de beberlo cada día.

Las páginas escritas en amor, no hay años que puedan bo­rrar. Doy fe de ello. Siempre quedan ecos grabados en el alma.
Cada cosa, una vez; sólo una vez. En esta casa la memoria de las cosas tiene nombre: amor. Cada cosa fue amor; cada vez fue amor. Y lo seguirá siendo. No lo olvidéis, hijos, y haced de las vuestras nidales donde la ternura, el afecto, la comprensión sean la atmósfera que respiréis cada día.

Debe ser algo terrible vivir sin amor.
No puedo imaginar un mapa genético sin que, en sus cuatro puntos cardinales, aparezca como factor por excelencia, el amor, porque sabernos amados, saber que le importamos a alguien, saber que somos objeto de atención y ternura es como un constante renacer con increíbles deseos de superar dificultades, y es una especie de trance por el cual la ilusión toma tales vuelos que en nuestras vidas parece como si se paralizara el implacable almanaque del tiempo.

Reivindicad amor para todos los seres humanos sin distinción alguna. Reivindicad ternura, delicadeza, humanidad... No, no se puede vivir sin amor, y lo sé porque, tras muchos canarios cantándome en la terraza, uno nuevo, recién llegado, me alegra la vida con sus trinos a todas horas. Eso es, seguro, porque me ama. ¡Claro!: amor con amor se paga.
Tañen las campanas y el hombre llora; repican, y canta. Me sitúo en la proa y pregunto: ¿Qué soy yo? ¿Qué el hombre? ¿Por qué reír o llorar?
Una voz que, como el trueno, rueda por cimas y valles, me responden: El hombre es la sombra de la nada, si se compara con su Creador; pero el hombre es un juguete, cuya cuerda es el amor. Si por desconocimiento, egoísmo o pereza dejamos de activársela, sólo será un montón de chatarra, un enjambre de alimañas.

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