Hoy quiero tocar un tema de esos en los que se necesitan circunstancias especiales de la vida y que la mayoría de las veces puede que solo se refieran a problemas personales acumulables en lo que uno piensa que ya ha llegado a lo peor que podía sucederle. Pero en el caso que me ocupa hoy roza límites a los que nunca me gusta llegar: ¿dónde está la sufrida clase media de toda la vida? Sí, aquella que cobraba un sueldo mensual y tenía que aguantar apariencias. Yo no veo nada más que pobres y ricos. Los pobres, por desgracia, lo fueron siempre, pero a ellos se ha anexado los del sueldo mil o mil quinientos euros. ¿Mucho? Por supuesto para los que cobran 500 euros pelados. Hagamos un breve repaso: alimentos, comunidad, seguros, impuestos por cientos, medicina que los pobres jubilados ni tan siquiera pueden adquirir por los muchos que necesitan y los caros que son y casi ninguno recetable, y lo que faltaba: el subidón de la luz, y, bueno, que no le dé a uno por morirse porque los herederos, los hijos tienen que vender la herencia para pagar una injusta plusvalía, etc. Herencia de unos padres sacrificados toda la vida por una medio vivienda digna. ¡Qué disparates! Y ahora la declaración de la renta: ¡a pagar y pagar y no poder deducir nada de nada!
Sí, he tocado un fondo al entender que todo es injusto, que el pueblo, la gente de a pie, es la que siempre sufre, la que siempre paga y la que, con esta subida de la luz, ni vamos a poder dormir para lavar, guisar, refrescarnos un poco y, si nos queda tiempo, leer noticias que no van a ninguna parte. Sí, he tocado fondo al comprobar cómo se explota a los trabajadores, cómo los jóvenes valientes que han emprendido un pequeño negocio como autónomos trabajan casi las veinticuatro horas para poder pagar impuestos. Y he tocado fondo cuando veo que los gobiernos, del color que sean, no echan una cuerda para sacarnos de ese fondo en el que ha caído el pueblo. Esperemos que no haya un «subfondo»
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