Hace más de 20 años escribí el siguiente artículo que repito, porque aquella intuición mía, a cuenta de la pandemia, la hemos visto hecha realidad.
Y es que no hace mucho me comentaba un compañero: «Cuando yo era chaval, si me descuidaba en la escuela, el maestro me pegaba, y ahora, si me descuido, son los alumnos/as los que me pegan a mí».
Estas palabras, pura y dura realidad, que los maestros conocemos bien, acerca de lo que pasaba antes y de lo que pasa ahora son clarísimo exponente de un cambio de valores en el que a padres y maestros/as se nos han ido de las manos los papeles, al no haber sido capaces de mantener en su justo término el equilibrio de una balanza cuyo fiel se hizo añicos cuando mal entendimos palabras como libertad, creatividad, comprensión, respeto, flexibilidad...
Dadas estas circunstancias, que no son meras anécdotas, y salvando las excepciones, que también las hay, claras y marcadas, la mayoría de los alumnos, rodeados por el hedonismo reinante y amparados en derechos y libertades,
acuden a las aulas por pura obligación, y lo hacen sin espíritu de superación, sin ánimo de trabajar, si interés por aprender
Es por eso que, desde mi punto de vista y dadas las actuales circunstancias, imposibles de analizar en tan corto espacio, pero que vistas y vividas desde adentro, es decir, desde el día a día en la escuela, resultan un mal insoportable para los alumnos y una auténtica tortura, a veces, para maestros y maestras. Es por eso, digo, que habría que pensar, de cara al futuro, en un profundo y revolucionario debate para cuestionarnos si, a partir de una determinada edad,
¿ de no sería más conveniente la supresión diaria y obligatoria asistencia a las aulas? Sí, lo ha entendido perfectamente: que los niños estudien, trabajen en sus casas, a la hora que les convenga, entrando y saliendo cada vez que les venga en gana, acostados o bailando, con música o con televisión, haciendo el pino o clavados de codos en una mesa.
Creo que la pandemia ha sido como ensayo de que esto es posible y acudir a los colegios como centros de recursos y ayuda en directo.
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