Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

18 abr 2015

Carta a mi calle

 

                Que esa farola alumbre tu  nombre y en tu nombre y tu luz no  me falte a mí


Querida calle, mi calle por gentileza de una Corporación y de la buena gente del pueblo. Hoy Día de los Monumentos, tú, humilde y callada estás ahí  porque efectivamente no has alcanzado ni alcanzarás el valor artístico e histórico  que te pueda elevar a dicha categoría.  No obstante, para mí, querida calle, eres como un constante reclamo que me impulsa a ser el mejor referente del que hoy y mañana puedas sentirte orgullosa. Sí, calle Isabel Agüera, hija de unos padres honrados, trabajadores, cultos, educados… Tallo que nacido y criado a orillas de ese nuestro río Guadalquivir, a la sombra de nuestra patrona, Virgen de la Estrella, y al son de las campanas de nuestra parroquia, Inmaculada Concepción, sus raíces más profundas se extienden y se alargan desde las bellas tierras de Cantabria a la casa solariega de los Agüeras en el pueblo.
Por eso, calle mía, tú representas a toda una saga de Agüeras que se distinguieron por su espíritu de trabajo, ciudadanía,  excelente vecindad e hijos ilustres, si bien anónimos,  de nuestro pueblo.
En ese rótulo que  izado preside  la calle, estamos todos y cuando digo todos, me refiero a mis vecinos, a los villarrenses,  porque a poco que se ahonde, todos o casi todos venimos a ser esa gran familia de los Agüeras, García, Polo, etc.
¡Ay, mi querida calle! Quiero que seas el único puerto del pueblo que nunca cambia, que no se contamina, que no se detiene en el tiempo…   Emulando al poeta, te digo: que tus vecinos abran las ventanas de sus casas, den gracias a Dios por la luz del sol, por el color de las estrellas, por el suave viento de los amaneceres, por la cálida caricia de los  crepúsculos y, sobre todo, abran puertas a la luz  de supuestas   oscuridades que puedan llevar dentro.
Y un favor muy especial, pido a mi calle: que haya niños que jueguen, que haya ancianos que puedan tomar  serenamente el sol  de los fríos inviernos y el fresco de las calurosos estíos.

Y nada más, querida calle. Para mí, tú eres el pequeño-gran monumento que añado a los muchos de este precioso mi pueblo, Villa del Río.

1 comentario:

Katiuska dijo...

Precioso como describes el amor por tu calle.Ojalá todos amaran así a su ca lle,sería señal que fueron felices en ella.Un beso