Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

11 abr 2015

Historia de vida


(DE mi obra Conversaciones con mi Ángel)

Mágica sorpresa el nido de la mirla en mi parcela. Allí, al alcance de la mano, en el hueco de un muro de piedra, estaba: siete huevos verdes que parecían bolas de anís. Una mirla, ante mi presencia, revoloteaba nerviosa, pero casi siempre permanecía echada en el nido como la más amorosa de las madres.
Estuve unos días sin ir. En mis pensamientos la ilusión de encontrarme con la cría ya nacida, acurrucada bajo las alas de la mirla como “pitraquillos” hambrientos.
Cuando regresé, medio me tiré del coche para encontrarme con el nido, pero antes de que me diera tiempo a iniciar los primeros pasos, la presencia de dos chavales con escopetas de plomos, me sobresaltó. Buscamos a una mirla -dijeron-. Le hemos dado y ha caído dentro de su parcela.
Cinco “guacharros” con los picos abiertos se apelotonaban, tiritando, en el nido, mientras la mirla muerta era objeto de diversión de unos desaprensivos y crueles muchachos.
Me acerqué. Como si profanara el templo de una diosa, los cogí con todo mimo y me los traje a casa.Sobrevivieron tan sólo unas horas, a pesar de mis muchos desvelos.
Y aquí, en un pequeño canasto de mimbre, como si fuera un relicario, conservo esa maravilla de arte y amor que me dejó la mirla: su nido vacío con alguna pelusa que se me antoja todavía caliente que me recuerda el rastro de una vida… ¡Cuánta emoción la vida y la muerte!
Dime, Ángel, ¿caerá mi pelusa entre las manos de un dios?
Y mi Ángel me dijo:
Desde el principio de Mateo hasta el final, Mateo enfatiza que el Reino de Dios es para todas las naciones. Lee y relee el Evangelio y encontrarás respuestas a todas tus interrogantes. Las manos de Dios están abiertas a todos; no temas, pues, por tu pelusa. Será vellón, madeja de fina seda porque amaste.

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