Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

21 abr 2016

Día del Libro: El sobre negro

Viernes 22 de abril de 2016
Precioso día este, amigos, vísperas del Día del libro, día que debería ser una cotidianidad en nuestras vidas Daos un paseo y si tenéis hijos o nietos, acompañaos de ellos, comprad libros para ellos y para vosotros, libros que no tienen por qué ser los más anunciados y comentados sino libros que coincidan  con vuestros gustos e intereses,  libros que vayáis a leer e incluso compartir.   Un libro es una caricia para el espíritu, y es un maestro que nos aconseja y enseña, un amigo que sin interés alguno, estará siempre al alcance de nuestras manos, un libro es  un viaje a otros modos de vida, a otros paisajes, a otros seres humanos…
Hoy, para vosotros y para los niños más cercanos que tengáis, un bonito relato de mi obra, Relatos Subliminales.

EL SOBRE NEGRO    
Aquel día, justo a mis pies, cayó muerta la mirla. Apuntaban los verdes por la primavera  y olores nuevos se habían entronizado en el aire y como aleluya   solemne  bandadas de pájaros emigrantes cruzaban los cielos.
Ellos, cazadores furtivos, dispararon a la mirla, bello elemento de aquel paisaje que, como punto negro sobre el limpio cielo, revoloteaba en los alrededores de mi parcela.
Cayó fulminante sobre el romero. En el nido, cuatros huevecillos verdes aguardaban calor y tiempo.  Unas lágrimas brotaron de mis ojos, y mis manos reverentes, fueron caricia para aquel lúgubre evento que me palpitaba con rabia  por los puros entresijos del alma.
  Jarales, tomillos, hinojos, encinas… Y uno, dos, tres... una bandada de palomos surcaban los cielos en arrullos de amores  y en el silencio de las horas y en la soledad del lugar.
Atardecía, cuando, tras depositar el diminuto cuerpo de la mirla y su nido bajo el madroñal, junto al pino grande, regresé a la ciudad. Tráfico, gente, campanas... vida. En mi  bolsillo, un par de alas negras, mágico tesoro que, deseaba enarbolar para siempre como glorioso  himno a la libertad.
Allí, al rescoldo de mis sueños, junto a mi almohada, un luminoso y lacrado sobre negro, como urna sagrada, atalayaba las alas de  la madre mirla  Pasó algún tiempo. Una noche, cuando la luna llena inundaba de macilenta claridad  las paredes de mi dormitorio y,  cuando ya  el sueño había hecho presa en mis ojos, me despertó un extraño aleteo.
 El sobre negro, arrebatado de mi mesita de noche por un súbito viento, y en  vaporoso  zigzag, revoloteaba  por la ventana, al tiempo que la sombra fulgurante de un pájaro negro se alzaba en palpitantes vuelos y se perdía  en la espesura de la noche.

 Han pasado años, pero todavía me pregunto si fue un sueño pero, cuando la luna llena inunda mi almohada, a mi corazón retornan las notas de aquel himno a la libertad que fueron siempre las alas, cruelmente arrancadas  por detractores de vida, a la madre   mirla.

Y este bonito cartel de la presentación d una nueva obra


No hay comentarios: