Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

20 jun 2011

Homenaje a la Palabra

DIARIO CÓRDOBA

ISABEL Agüera (21/06/2011)

¡Pues resulta que también para la palabra hay homenaje! Aunque en esta ocasión sí que merecido porque, ¡hay que ver cómo se han devaluado y hasta vulgarizado el afortunado término que, por cierto, en mis tiernos años, decir homenaje era sinónimo de tal grandeza que uno se sentía así como a años luz del homenajeado!

Pero, bueno, a lo que iba, ahora le toca el turno a la palabra y en los medios cunden las encuestas: ¿cuál es la palabra más bella del castellano? Y ahí están los resultados: Amor le saca la cabeza en mucho a todas. Y le siguen, tolerancia, libertad, etc.

Hace tiempo escribí un cuento en el que un hombre vendía palabras. La gente, enloquecida, quería comprarlas todas. No obstante, mi filósofo vendedor pedía por cada palabra un alto precio. Por el amor, por ejemplo --decía--, no puedo pedir nada, porque el precio del amor es amar sin precio. ¿La tolerancia? ¡Uy! No está en venta. De cualquier forma, si alguien la desea, la regalo, pero tened en cuenta que, si la necesitáis, jamás seréis tolerantes.

Cosas así que, poco a poco, iban subiendo los humos de la clientela, hasta que alguien, más que cabreado, exclamó: ¡Fuera de aquí! Tú no vendes nada. El vendedor dijo: Así es: las cosas que yo proclamo no son mercancía de compra y venta, porque son dominio del alma.

¡Vaya con mi mercader! ¡Qué desfasado andaba el pobre! Hoy día, con un tenderete en cualquier mercadillo y con palabras como, dinero, poder, fama etc. ¡se hubiera forrado! No obstante las encuestas proclaman como ganadora la palabra amor, y no por lo bien o mal que suena sino porque... ¡Todos queremos más, pero mucho más! Y yo, tal vez ingenuamente, me pregunto: ¿Amor para dar, amor para recibir o amor para votar una tonta encuesta?

Mi voto, si hay que votar, mi homenaje, aunque me salte las reglas del juego, es para la palabra Blanca: era el nombre de mi madre.

19 jun 2011

Sencillos montajes

Con estos sencillos montajes, fruto tan solo de mis placeres creativos, os quiero desear una muy feliz semana. También os mando, con ellos, un beso






15 jun 2011

ECLIPSE

Mi foto del eclipse que nada tiene de particular pero lo quise inmortalizar porque, más que una foto, representa  mi felicidad y agradecimiento a la vida, al Creador... por dejarme ser espectadora de tan maravilloso espectáculo en el que fui rotulando el nombre de la gente que me importa; también de los que no me importan, porque en realidad nadie me es indiferente, ya que no quiero llegar a mi estación y tener que apearme sin saber de qué color es la piel de los que han compartido  viaje.

14 jun 2011

Parece que fue ayer

MENSAJES / DIARIO CÓRDOBA.

Parece que fue ayer

ISABEL AGÜERA (15/06/2011)
A mi nieto Gonzalo:

Parece que fue ayer, mi querido Gonzalo, cuando, recién nacido, llenabas, no obstante, con tu cuerpo diminuto, el gran vacío que había quedado en mi cama. Tus primeros sonidos, tus primeras sonrisas, tus primeros movimientos, todo era objeto de mis ilusionadas grabaciones y fotografías.

Parece que fue ayer, cuando de la mano, cantando y riendo, te llevaba a la guardería primero, y al colegio, después. Parece que fue ayer cuando, con tu cartera cargamento de libros sobre tu espalda, te ví entrar un primer día al instituto. Todo ha pasado en un tris en el que tú no solo has crecido en años y estudios, sino, sobre todo, te has convertido en un adolescente responsable, estudioso, sensible, cariñoso. Valores que, como no podía ser de otra manera, te han transmitido tus padres en especial y la familia en general.

¡Y cómo te gusta sentirte rodeado de todos! Eres feliz, cuando se organiza la velada en casa y cuando en compañía de amigos, tan buena gente como tú, te sientes libre para tantas y pequeñas cosas como proyectas.

Sí, parece que fue ayer pero los años han pasado y hoy te veo a la puerta de la Universidad con inmensa carga, mezcla de dudas e ilusiones: ¿Qué estudio? Preguntas una y otra vez, al tiempo que tus ojos se iluminan en un mar de sueños. No sé, al fin, cuál será tu elección definitiva, pero quiero decirte que no te dejes arrastrar por el desaliento reinante en una sociedad que parece metida en un túnel sin boca de salida. ¡Claro que hay luz! Sucede que con lamentaciones y brazos cruzados el eclipse se eterniza.



Tú camina sin tregua pero sin prisas, haciendo oídos sordos a las sirenas que, con cánticos de negro pesimismo, quieran robarte tus sueños. Serás, de ello estoy segura, brillante y honesto estés donde estés. ¡Ah! ¡Y qué guapo estabas con tu traje de hombre! ¡Pues sí, lloré!

Dos cuentos

                         Dibujo: Carmelo López de Arce

De la cometa y el gorrión
Una cometa presumía, ante el vuelo de un gorrión,  de volar muy alto y desafiar al viento, pero, cuando éste cesó, la cometa cayó al suelo. El gorrión, humilde, se posó junto a ella y le dijo:
-Lo siento, amiga. Mis alas son pequeñitas pero mis vuelos no se deben a ningún viento.
-Isa, entiendo la moraleja pero ¿qué ver con lo que hemos hablado?
-¡Hombre, que diga ángel!, tiene que ver por lo que hemos dicho de que hay sabios que se inflan a consta de los demás pero luego acaban mal. Mejor, creo yo, quedarse en menos pero no depender de nadie.
-Un poco retorcido, ¿no? Aunque, bueno, visto así, no está mal. ¡¿Fin, sabia Isabelita? Que te vaya bonito.

Del árbol de hoja caduca     
Un árbol de hoja caduca fue sembrado en un hermoso jardín. A su alrededor crecían viejos árboles de hoja perenne como el pino, el aligustre, la palmera...
Cuando llegó el invierno, el árbol de hoja caduca, ante la expectación de todos, perdió sus hojas. Con sorna y algo de compasión, los demás árboles se dirigían a él: ¡Qué pena nos da verte! ¿Acaso estás muerto? Tus ramas secas resultan punzantes, viejas, desapacibles. Las nuestras, en cambio, siguen siendo frondosas, verdes...
El árbol de hoja caduca, reservado y silencioso, resistía las heladas y los fuertes vientos, protegido, no obstante, por el cálido rescoldo de la savia que le alimentaba en sus adentros.
Cuando llegó la primavera, poco a poco, comenzaron a brotarle yemas, hojas, ramas espléndidas que de un verde nuevo parecían izarse al cielo, alargando sus brazos en frescas sombras y refugio de cuántos pajarillos acudían al jardín, así cómo de ancianos y enamorados.
Lo árboles de hoja perenne lo miraban y se decían: ¿Qué milagro es éste? ¿De dónde tal frondosidad y verdor? ¿Acaso ha resucitado de la muerte? ¿Acaso pretende darnos lecciones de hojas y ramas?
El árbol de hoja caduca, adivinando sus pensamientos, y con gran humildad, les dijo: Siento, hermanos, vuestra torpeza al juzgarme en mis aparentes  horas bajas. ¿No veis cómo sale la mariposa del capullo y alza sus vuelos en irisados colores, cuando llega la primavera? Así, durante el invierno, mis hojas viejas me abandonaron, pero mi sangre siguió regando lo más profundo de mi ser. De esta manera cada año, puedo estrenar vida. Yo no sabría qué hacer con las mismas vestiduras que me nacieron el día de mi alumbramiento. Estar vivo equivale a ir desprendiéndose de lo viejo y hacer que florezca algo nuevo. ¿Pretendes llamarnos viejos? –gritaron a una irritados los árboles de hoja perenne-. No era mi intención –contestó el árbol de hoja caduca-. No he hablado de vejez sino  de juventud, de renovación, de vida.



10 jun 2011

Confieso que me equivoqué



  Un canario se posó en la baranda de mi balcón. Una mano piadosa lo recogió. Lo regaló a mis cuidados, y yo, cansada de muchos trabajos, lo acepté sin gana.
¡Pobre pájaro! Con agua, comida, cuidados, pero sin nombre, sin amor...
Sigilosamente, llamó a mi puerta. Le abrí; lo dejé pasar, pero no miré su rostro.
Aquella noche  dormí pero no tuve sueños.
Por la mañana, el canario estaba muerto.
Unos instantes en el cálido cuenco de mi mano bastaron para que me transmitiera toda su belleza.
¡Cómo recuerdo el color anaranjado de sus plumas!
¡Cómo recuerdo el reclamo de sus trinos ante mi presencia!
¡Cómo recuerdo que era tan pequeño, tan gracioso…!
Solo que mi memoria  ya no le sirve; lo descubrí, al sacarlo sin vida de la jaula.
                  Tarde, ¡muy tarde!
Sin amor  no se puede vivir.
¿Para quién comer...?
¿Para quién  beber...?
¿Para quién cantar...?
Los caminos de la vida, sin amor, están llenos de tinieblas,
y de trampas y de inútiles barrotes que nos aprisionan en soledad.
Aquel canario no protestó.
      Suavemente, como caen las hojas de los árboles en el otoño,
sin hacer ruido, sin molestar…, herido sí, por la indiferencia, por el desamor,
se fue sin despedirse.
Ahora sé que yo, en su caso, hubiera muerto también y, si estoy viva, es porque alguien, mirándome a la cara, me dejó pasar la noche en su casa y,  definitivamente, me instalé en ella.
Yo creo que, desde entonces, no han faltado los sueños a mis noches,  y creo que, si el relámpago de la muerte se lo llevó, sus ojillos, tan generosos, me siguen mirando a la cara  




6 jun 2011

Abuela, ¿tú crees en Dios?

Queridos amigos: ¡Cuánto os agadecería  el más sincero comentario a este tipo de cartas que  dedico a mis nietos en una obra que escribo, titulada, "Las preguntas de mis nietos". En cada capítulo   trato de dar respuesta a sus preguntas sin más regla que el ser sincera, honesta y coheerente sin tratar ningún tipo de manipulación que detesto a todos los niveles. Casa capítulo termina con una carta en la que, de forma relajada y meditada, les comunico mis reflexiones.
A ver qué os parece. Gracias.


Y  el día terminó alrededor de la chimenea que, sin cesar de atizar por mis pequeños, mantenía una llamita en alto. Me vine la primera como hago siempre y confieso que se debe a la sensación que me queda cuando todos se marchan. Es como si nada tuviera sentido cuando ellos no están.
Y ahora, ya, termino mi jornada como siempre delante de esta pantalla que tantas posibilidades me da, siendo una de las más importantes para mí, la de poder expresar en palabras escritas las que me va dictando el corazón y que son muchas las veces que como en esta noche, las dirijo a mis queridísimos hijos o nietos. 
Así, pues, hoy va por ellos, por esas ocho maravillas con las que he pasado este domingo.
Queridos nietos: Tras nuestro paseo, descubrimientos y charlas acerca de tantas cosas pero especialmente para dar fe de mis creencias acerca de Dios, antes de irme a la cama, os escribo:
No creáis en un Dios de premios y castigos, de silencios y olvidos. No creáis en un Dios, remedio de todos los males y culpable de nuestras desgracias. No creáis en un Dios, eco de nuestra voz.
Dios, desde una dimensión que no podemos ver ni entender, -y ya sabéis qué es una dimensión- está, no obstante, presente, cerca y superpuesto, sobre todo, en la boca del pobre, del marginado, del que clama justicia y también, ¡como no! en esas pequeñas cosas que casi siempre pasan desapercibidas, pero que a mí, y a vosotros también,  particularmente, tanto nos gustan y emocionan. Por ejemplo, hoy, el hormiguero, la “serpiente”, los hinojos…
¿No es cierto que  algo inexplicable notamos  en nuestra vida, que algo se escapa de nuestros  maravillosos alcances y de los de todos? Por ejemplo: ¿Qué explicación válida damos al universo? ¿Y a la maravilla que es algo aparentemente tan simple como el cuerpo humano?
Dios está ahí, aquí, con nosotros, en nuestras  cotidianidades. No lo busquéis en los cielos porque a esas alturas difícilmente podréis  verlo, conocerlo, entenderlo…
Cada día encontraréis en  vuestro caminar huellas que no pertenecen a calzado humano alguno. Sobre ellas colocad vuestros pies descalzos, mirad al cielo y seguro que exclamaréis: ¡Dios pasó por aquí! Profundizad en ellas para que no las borren los malos vientos que puedan correr y que pueden aventar hasta la palabra hombre del rostro del mundo, porque, como ese sol maravilloso que fiel a su cita con los días, sale esplendoroso o o no, pero sale cada mañana, Dios también sale a nuestro encuentro sin fallarnos jamás y no con varitas mágicas sino para recordarnos que en los bolsillos de nuestro equipaje, al crearnos, colocó herramientas para que nos “arreglemos” cada vez que nos haga falta.
Como el viento que pasa y no lo veo, pero lo noto en mi rostro y me da el aliento que preciso para seguir en cada instante,  Él está en mi vida, en la vuestra, en la de todos. Basta abrir los ojos para verlo.
Todo esto, mis queridos nietos, es lo que yo pienso. Pero vosotros solos, y con el paso de los años, os  daréis vuestra personal respuesta. Bucead por vuestras profundidades y allí os daréis de bruces con Él.
Os quiero.  

2 jun 2011

Pequeñeces



Estaban allí, casi noche ya, al abrigo de una precoz primavera de verdes y buganvillas, sobre el gran poste de entrada al jardín. Me eclipsó su tierna calma, su afectuosa y sincera proximidad, su éxtasis de amor, perturbado tan solo por el entrometido flash de mi cámara que, allanando su reino de complicidad y silencios, provocó el rayo fulminante de unos ojos que, como sonoro reproche, escuché dentro de mi alma: ¿Con qué derecho? También ellos, los gatos, tienen privacidad.

No sé qué  es poesía, pero algo me estremeció aquella noche, porque, allí, sola,

pegada al rescoldo  de un misterio descubierto, tan sólo me hubiera gustado

ser uno de aquellos gatos