Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

27 nov 2016

Recuerdos en la madrugada

LAS ACEITUNAS
Villa del Río, un pueblo de olivares, se adelantaba a la recogida de aceitunas con la costumbre familiar, entrañable de organizar cada año, en torno, más o menos a estos días, la cogida de aceitunas   que, en distintas variedades,  se preparaban diestramente en las casas y servían no sólo de aperitivo sino que constituían un suplemento alimenticio para todos.
El evento conllevaba todo un ceremonial que enloquecía a los pequeños: Una burra, sacos, varas y la talega de la comida que era el mayor aliciente y que por cierto, la mayoría de las veces consistía en un rico canto de pan maquilero –pan blanco- con aceite, unas tiritas de bacalao y aceitunas de ajo que tiraban ya a zapateras 
¡Qué inolvidables días aquellos! Personalmente los disfrutaba percibiendo de forma muy singular, no sólo el ritual que constituía en el vareado de olivos por el manigero de la familia y la recogida de aceitunas por mujeres concertadas para tal fin, en nuestro caso, sino que gustaba de perderme por aquellos campos  perfectamente alineados de gigantescos olivos. Me sentía como  inmersa en un mundo de silencios  por donde el silbo del viento se hacía casi visible   entre los  viejos olivos, al tiempo que  las voces de mis hermanos, correteando en la lejanía, me provocaban sentimientos  de una eternidad que  no entendía pero era infinito mi deseo de  prologan aquellas horas y recuerdo que, como hacía siempre y dada, desde muy niña mi afición a escribir, plasmaba  en el cuadernillo que siempre me acompañaba, las sensaciones de aquellas horas   que resumía en olores, sonidos, interrogantes…
Después en las casas, y durante días, venía la parte más festiva: separar las aceitunas y clasificarlas en negras, moradas y verdes. En el destino de esta clasificación estaba la diestra sabiduría popular de cómo aderezarlas: partidas, rayadas o enteras.
Tal vez era la rutina de los días, rota por cualquier pequeño acontecimiento como éste y que tenían en común con todos los que se protagonizaban la concentración de familia y participación de gente afín a ella, lo que tanto celebrábamos los niños, y tendré que insistir en el hecho de reivindicar que si bien la familia ha cambiado en muchos aspectos, a los niños de todos los tiempos  siguen siendo  felices, cuando unidos a padres, tíos, amigos… se organizan pequeños eventos.  Algo que hoy día se descuida, dado que sólo hay tiempo para trabajar y las convivencias familiares, los pequeños proyectos extras se olvidan o ni tan siquiera se conocen.

Entro esta mañana en a despensa de mi casaen el pueblo. Huele a tomillo, hinojos, ajos… Tinajas  de barro con sus tapaderas de madera  que daban para todo el año. 
Hoy miro un tarrito de aceitunas que me han regalado, cogidas, endulzadas, aliñadas por un amigo que al entregármelas me ha dicho: como las de antes. Y las de antes, y las de ahora me han transportado a un mundo de increíbles sensaciones.

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