Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

1 nov 2016

Frente al cementerio


  Estrenamos mes con un día de los Santos, día de castañas asadas, paseos, estreno de abrigos y braseros -en mis años de niña-, día de gachas y torrijas, día, para el pueblo, en general, de cementerios que este día se transforma en vulgar mercadillo de culto a los muertos.
Al poco de fallecer mi marido, una tarde, noche ya, me detuvo un atasco casi a las puertas del cementerio de San Rafael. En el cielo, rozado la copa de los cipreses, una inmensa luna llena. Emocionada ante aquel espectáculo que me provocaba un éxtasis de sentimientos, escribí lo que sigue. Es solo el repente de unos minutos de ausencia tal que llegó el desatasco y sin darme cuenta, ni oír la pitada de los que me seguían, escribía y escribía sin levantar la cabeza, hasta que alguien, golpeándome la ventanilla, me gritó: ¡señora, que no está en el wáter de su casa!
 Bueno, bueno, sonrisas, lágrimas y una inmensa pitada.
Y el escrito que, según el hombre, tendría que haber escrito en el wáter de mi casa.
FRENTE AL CEMENTERIO
Ocho de la tarde de un día muy frío. Atasco de coches, frente al cementerio de San Rafael.
Demasiada noche, demasiado frío, demasiados recuerdos…
Y yo, palpitaciones, miedos, escalofríos.
Una lápida, flores, besos, suspiros, oraciones...
Unas renovadas y eternas interrogante: ¿por qué él muerte? ¿por qué yo vida? ¿por qué música, palabras... lágrimas, yo?
¿por qué cipreses, mármoles, coronas… oscuridad, él?
De repente, la luna, ¡siempre la luna!, grande, redonda, llena
nacía coronando aquel mundo de tinieblas hacia el que mis ojos, desde el atasco, miraba en éxtasis de nostalgias infinitas.
Y en mi soledad, en mi camino negro, un surco de esperanza,
un rayo de luz que retornaba mi rostro al sol, dejando atrás tumbas… muerte.
Sí, reconocía la llamada del más allá en esta noche de luna de otoño llena que he visto coronar la cabeza de todos los muertos del mundo.
Pero era mentira: él, los muertos, no estaba allí; tan sólo la luna,
porque, como la brisa en el pétalo de la rosa, como el néctar en finos labios de la mariposa…él seguía latiendo fresco, vivo en el tallo de mi alma, orlando de lunas llenas mis entrañas.

Frente al cementerio de San Rafael. Fin de semana. En un atasco de coches, en noche de luna llena he comprendido algo: la muerte no se lo lleva todo, la muerte, más que le pese, no puede aniquilar el hechizo eterno del AMOR.

Reportaje del Cementerio de la Salud en Córdoba en reportaje demi hijo, Ramón Azañón Agüera 
Cementerio digno de visitar por sus antiguas y artísticas  panteones.




No hay comentarios: