Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

6 ago 2014

Lecturas de verano: campanas

     (Imagen de Internet)
DOBLAN las campanas y esparcen un halo de muerte que cala a golpes en el alma. Pero no habrá jamás muerte ni vacíos en mi casa porque el amor no muere; es eterno.  Y lo sé porque la vida segada de los que amé se trueca paisaje de amapolas y trigales en las mañanas, nueva luz al unísono de mis pasos. Pero, ¡mejor no dobléis, campanas! Me traéis el recuerdo oscuro, sombrío de aquella niña que fui, escondida al paso de cortejos fúnebres, espantada ante el osario allá, en el cementerio del   pueblo.
¡Mejor no dobléis! Me traéis recuerdos de aquella niña pendiente cada amanecer de vuestra voz siempre madrugadora a entonar himnos de muerte.
¡Repicad a gloria! ¡Entonad, majestuosas, himnos catedralicios a la vida! ¡Cómo se eleva mi alma imaginando el carillón de una plaza cualquiera, al atardecer, cogida por la mano, en silencio de palabras, en complicidad de almas!
Que por el universo se expanda el Aleluya de Händel, el himno a la libertad de Verdi! ¡Necesito oírlos, aquí, ahora! No me asusta la muerte si en ella hay campanas  de gloria, himnos de vida…
¡Qué rojo está el horizonte! Es el ocaso de un día y la alborada del siguiente. 
No, no temáis, queridos míos, no doblan por vosotros las campanas. Tañen, sí, pero tan sólo son remos izados al viento que no escucho. Vuestros pasos, sí, ramillete de sonoros gorjeos por la arena que rompen la niebla espesa de este Ángelus crepuscular.
¡No dobléis, campanas y echad a vuelo la lenta y musical hora de cada día!











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