Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

24 may 2017

¡Pobre borracho!

                                                                    Sí, ¡pobre borracho!

¡Vaya impresión que me he llevado esta mañana! Temprano, como todos los días, paseaba por mi barrio. Al volver una esquina, y en el portal de un bloque, un revuelo de vecinas me solivianto: algo pasaba. Me acerqué. Miré. Vi.
Sí, vi a un hombre negro de sucio, con un gorro hasta los ojos, rodeado de andrajos, con un olor insoportable a basura y a vómitos agrios de vino. Una piltrafa  humana que, en una ausencia de todos, susurraba: "¡Qué malito estoy!", al tiempo que comía puñados de azúcar  que atropelladamente sacaba de un paquete de kilo,
Las vecinas, atónitas, sólo eran interrogantes: ¿Cómo  había osado entrar en la casa?  ¿Qué hacer con él? ¿Quién  se supone que tendría que meter manos a aquel montón de inmundicia?
Alguien sugirió: "Hay que llamar al cero noventa y uno; este hombre es un peligro que ¡sabe Dios! Deben llevárselo antes de que empiecen a bajar niños."
Una corazonada me impulsó a intervenir: "Para mí - dije -, este hombre está enfermo. Tal vez - sugerí - sería más acertado llamar a Asuntos Sociales y que ellos decidan".
Efectivamente, en unos minutos, todo un dispositivo de gente, provisto de coche ambulancia, estaba allí atendiendo al pobre-borracho.
Se lo llevaron no sé a dónde. Tampoco sé si habrá muerto o me lo volveré a encontrar cualquier otra mañana en cualquier otro portal.Pero ahora, aquí, cuando me disponía a escribir algo bonito sobre este espléndido día uno de primavera, me siento totalmente condicionada por el evento vivido.
De ahí que mis palabras vayan por el único camino que puedo recorrer esta mañana, por mucho que brille el sol, por mucho que píen los pájaros y verdeen los campos, por muy grato que sean los olores que exhalan los naranjos en flor.
Mi querido pobre-borracho: Desde que te encontré este casi amanecer, enfermo y borracho, no he podido dejar de pensar en ti, porque tú eres carne y hueso como todos y no sé qué puede haber pasado en tu vida para que te hayas distanciado tanto de los seres humanos que te rodeamos. Como todos, naciste de una mujer madre. ¿Cómo era ella? ¿Por qué no te enseñó los peligros del alcohol? ¿Por qué no arrojó muy lejos de ti la primera copa borracha de tu vida?
Puede que ni tan siquiera conocieras a tu madre, puede que ni tan siquiera fueras a un colegio, cuando eras niño, puede que jamás hayas oído palabras de amor dedicadas a tu persona, puede que seas... ¡qué sé yo!
¿Te has casado? ¿Tienes hijos? ¿Tienes hermanos? ¿Estás solo en el mundo?
Me gustaría sentarme a hablar contigo y que me contaras tu historia. Sé que no tengo remedio para ella pero quisiera, de alguna manera, contribuir a prevenir los futuros pobres-borrachos, chavales, niños de hoy, que ya andan en caminos de perdición de la mano de una maldita botella borracha.
"El espectáculo de la pobreza hace sangrar el corazón de mucha gente porque la sangre se repone fácilmente y sin gastar un céntimo". No quiero reponerme de la sangre que mi corazón ha vertido  esta mañana. No quiero olvidarte, querido pobre-borracho.
Cuando la noche llegue y, en mi cama, encuentre confort, descanso, sábanas limpias... pensaré de nuevo en ti y hasta puede que sueñe  que vuelves, vestido de blanco, con sonrisa en los labios y alegría en el corazón.

Pobre-borracho, también al nacer tú debió correrse una estrella. ¿Dónce caería su rastro?

No hay comentarios: