Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

12 ago 2016

Horas difíciles


Un día muy difícil, amigos, que comparto con vosotros, sin reparo alguno, pero con un deseo: que nadie se entristezca ni lo más mínimo, porque son cosas que nos suceden a todos porque todos somos humanos y, por consiguiente, víctimas, en cualquier momento de las horas bajas o altas que se presenten. 
Cinco de esta madrugada. Me despierto como todos los días y noto que, por causas varias y que no vale la pena contar, noto una oleada de desánimo total, oleada que se va creciendo por momentos y que se me aproxima con tintes de total depresión: tristeza que me ahoga, lágrimas mil que esperan les abra la puerta para inundar mis ojos, oscuridad absoluta que me inmoviliza, naúseas, mareos, miedos, torrente de negros pensamientos que golpean mis sienes y se traducen en pulsaciones que me corren  de pies a cabeza. Pensamientos que torturan mi mente, ausencias que se reencarnan y adueñan de mi alma, provocàndome el daño de un lejano día.
Me desplomo en un sillón y me digo: hoy, nada, nada tengo que decir, que transmitir, nada que dar; soy tan solo un montón de ruínas. De pronto, dos repentes: un rayo de luz que entra por mi ventana. Miro al reloj:  las siete, una especie de mano quiere tirar de mí. En ese mismo instante, mi nieto de doce años, que se despierta temprano y me acompaña, se asoma y me pregunta: ¿vas a bajar, abuela? Es un poco tarde. Otro repente, otra fuerza que me tira también. Sí, ya mismo nos vamos. 
Y  aquí estoy, frente un espectacular amanecer, repente divino que esfuma mis fantasmas y que comparto con vosotros en sus luces y sombras, valorando esas pequeñas cosas que no borran oscuridades, pero ayudan a seguir con ilusión el palpitar de los días.

(Desde este medio no puedo insertar la foto, pero la aplazó para otro dís)

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