Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

24 ago 2016

Consejos a mis nietos

Buenos días, amigos: hoy, jueves, releía la obra dedicada a mis nietos, la mayoría de ellos  ya con años suficientes para entender, prácticamente, todo. Os  transcribo un capítulo porque me parece interesante para todos, y lo digo desde la experiencia de vivir con ojos y oídos bien abiertos para aprender a ser mejor persona, más educada, sencilla y  conforme con lo que soy y tengo.
Así que vamos hoy con una de “Consejitos”, nombre como muchos ya sabéis, de dicha obra.
   

Queridos nietos y nietas:
¡Cómo habéis crecido! Me parece que fue ayer, cuando os recibí en mis brazos, que se tornaron el más cálido  y tierno abrazo que podíais recibir al llegar   a este mundo.
Pero eso no significa  que os quiera eternamente niños, significa tan solo justificar que mis consejitos tienen que  ir por otros derroteros de cara a  los que ya habéis cumplido los catorce, quince,  y hasta veinte años.
Así que yo escribo y vosotros  “recogéis” lo que os guste.

No caigáis en la tentación de querer pareceros a otros por muy famosos que sean, porque  lo mejor que tenéis es vuestra unicidad;  no la perdáis, porque de lo contrario seréis unos más de la serie, y los seres humanos somos tan únicos  que jamás uno más otro se les pondrá poner el signo del igual.
Entended, pues, que las modas que tanto os gustan no a todos les van. Está bien que las sigáis pero sin perder ni un ápice de vuestra personalidad.
No sintáis vergüenza ni os consideréis cobardes por no hacer ciertas cosas o seguir costumbres comunes entre los de vuestra edad, pero que os pueden perjudicar. Hay que saber decir no, y eso no es una cobardía, sino, a veces, una heroicidad.
A vuestra edad la pandilla de amigos es muy importante, pero aún más lo siguen siendo los padres. No lo olvidéis y escuchadlos, cuando os quieran asesorar sobre algo.
Cuando vayáis a discotecas, conciertos, etc. evitad la excesiva euforia que hace que se pierda el sentido real de todo. Cuidad bien de saber dónde están las puertas de emergencia, huid de las aglomeraciones de entradas y salidas. Respetad y haceos respetar. Pasadlo bien pero no olvidéis esto: que al llegar a casa de vuelta, os sintáis igual, o mejor que cuando salisteis.
Sin poder evitarlo os cae mal lo que dicen y hacen vuestros padres porque ya no os gusta que os traten como niños, pero haced el esfuerzo de entender que, para los padres, los hijos siempre siguen siendo, como mínimo, un poco niños..
No marginéis a nadie por su condición; solo por su mala educación, aunque tampoco debéis humillarlos. Solo alejaos de ellos.
Hay que servir a todos, pero de igual a igual, porque, si alguien quiere engañaros, con aparentes halagos, desconfiad porque lo más probable será que, cuando más os entreguéis y menos esperéis, os traicione.
No devolváis nunca mal por mal, ya que, si así lo hacéis, estaréis multiplicando el mal y de lo contrario estaréis haciendo crecer el bien.
 Si vuestros padres se equivocan en algo,  no se lo echéis en cara. Todos nos equivocamos. Con buenas palabras dadle vuestra versión. Seguro que la entenderán.

Y, bueno, lo dejo por hoy que os conozco y aunque me digáis: ¡que sí, abuela!, para vosotros estaréis pensando: ¡qué pesada mi abuela!

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