Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

18 ago 2016

Carta de un joven


DIARIO CÓRDOBA / OPINIÓN
(A un joven amigo) Isabel Agüera

Permíteme, querido amigo, que transcriba unos párrafos de tu maravillosa carta que me han inducido a contestarte desde estas páginas porque, a pesar de tu juventud, son un dechado de buen ejemplo para los mayores tan embarazosamente angustiados con lo material y cotidiano.
«A raíz de un problema --dices-- comencé a comprender que la vida es algo más que la rutina que llevamos, algo más que una serie de cosas a conseguir: tener un piso, un coche, un trabajo estable, unos hijos... Bueno, esto ya lo sabía, pero nos acoplamos a este esquema,   conociendo que dentro de nosotros algo nos dice que eso no es todo, pero no escuchamos hasta que nos ocurre algo que nos abre los ojos y cambia la vida, porque nos damos cuenta de que, si bien todo aquello es importante, pasa a un segundo plano, ya que nos sorprenden nuevas preocupaciones, nuevas formas de ver la vida, y, sobre todo, un mayor interés en descubrir eso que hay de más y aún ignoramos.
Y en mi caso me doy cuenta de que cuanto más exploro, más se amplía el mundo, más queda por aprender, por comprender, por aceptar..., y sobre todo más me maravillo de lo poco que sé de mí y de los demás...».
Y tras una larga y maravillosa reflexión terminas diciendo: «Me llena conocer gente de la que aprender y con la que poder sentir lo especial que pueden ser las cosas...».

Todo está dicho, amigo. Poco tengo que añadir a tus acertadas conclusiones. Ya es mucho el que hayas comprendido tanto en tus jóvenes años. No obstante creo sinceramente que, si no hay posibilidad de hacer otras grandes cosas, sí, al menos, mejorar la calidad de las que hacemos. Vivir en el convencimiento de la provisionalidad que es la vida nos eleva a una dimensión nueva donde la cotidianidad puede ser nuestra gran oportunidad. No la dejemos escapar, porque puede que no tengamos otra. Vive, vivamos, en plenitud los momentos posibles de felicidad por insignificantes que puedan resultar a los ojos del mundo y cuando nos lleguen las horas   bajas, vivámoslas también en plenitud y así tendremos poblados de momentos nuestro paso por este mundo.

Preciosa luna de agosto

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