Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

29 mar 2009

MICRORRELATOS PEDAGÓGICOS

4. Cierto día, y por sugerencia mía, los alumnos/as se dibujaban a sí mismos.
Un pequeño se dibujó rodeado por un círculo.
-¿Qué significa esto? -le pregunté- ¿Para qué el círculo?
-Eso no es un círculo. ¿No ves que es una corona? -me contestó.
Otro se dibujó en lo alto de un podium:
¿No ves que soy un campeón? - exclamó.
-Una pequeña se dibujó con una muñeca entre los brazos.
-Es que soy una mamá -me explicó.


5.
Me preguntaba una niña:
-Maestra, si el pez grande se come al pez chico, el último de la fila, ¿a quién se come?
Por unos instantes, dudé en la contestación. Después, improvisé:
Pues, los chicos se comerán unos a otros y...
Antes de que terminara mi improvisada “lección”, ella exclamó:
¿Y por qué los grandes no se comen también a los grandes?


6. Al tomar posesión de mi primera escuela, en una aldea de la campiña cordobesa, las niñas me esperaban con impaciencia. Al verme llegar se apresuraron:
-Maestra, la Elena es la mala, y la otra maestra la tenía apuntada en la lista del cuaderno, y su sitio es el rincón, y su padre le pega porque no quiere venir a la escuela.
-¿Y por qué eres tan “mala”? - le pregunté.
Encogiéndose de hombros, la pequeña contestó:
-Una servidora no lo sabe. A lo mejor es porque estoy apuntada en la lista.

23 mar 2009

Tres microrrelatos Pedagógicos

1. Una pequeña de seis años me dibujó sin manos. Me dijo:
Maestra, te he hecho un retrato.
Al verlo, exclamé:
Pero... ¡cómo! ¡Se te han olvidado las manos! Me has dibujado manca.
Sí -contestó consciente de su omisión-. Como tú no pegas...


2. Durante un tiempo, a la muerte de mi marido, con mucha facilidad lloraba por cualquier cosa.
En clase, para disimular, bebía constantemente tragos de agua de un vaso que los alumnos/as me mantenían lleno.
Una mañana se presentó una pequeña con un paquete de pañuelos:
Toma -me dijo-; te lo regalo, porque de tanto beber agua, te vas a ahogar.


3. Explicaba en clase la diferencia entre animales domésticos y animales salvajes.
Tal vez, ingenuamente, yo insistía en la cuestión más elemental: Los animales salvajes -les decía- no pueden vivir en cautividad. Por eso no se pueden tener en las casas.
De pronto, un niño levantó la mano:
Entonces, maestra, yo también soy un animal salvaje. Cuando mi madre me castiga a no salir, me pongo furioso y, cuando tengo que venir a la escuela, muchas veces, me pasa lo mismo.

21 mar 2009

Es curioso el hecho de que aquellos que más reciben de nosotros son a corto plazo los que más nos ignoran; les resulta difícil aceptar que un día fuimos hombros donde se auparon.


¡Qué fácil resulta sentirse rodeados de amigos cuando los días y los acontecimientos nos son favorables! Sólo que les sobra el nombre de amigos; son aduladores falsos e ignorantes porque nada recibirán, excepto la vanidad de pronunciar nuestro nombre.


Si encontráis alguien que de verdad se alegre con vuestros triunfos y llore con vuestros dolores, no dudéis en proclamarlo amigo; lo será de verdad.

Somos, hijos, criaturas en cuyas miradas asoma el alba; somos corazón y vida por donde fluye el maravilloso ocaso de cada atardecer. Somos himno que entona sueños, mientras tejemos el sutil relámpago que cruza el cielo y lo ilumina en blanca vorágine de altura. Somos belleza y amor.

Somos, y ahí radica el milagro, solitario bosque de felicidad.
Despejad horizontes y veréis que al final del camino sólo existe una verdad: el amor vivido.

¡Ojalá tengáis talento para caminar, volviendo, de vez en cuando, la vista atrás, para reconocer muchas historias de amor, protagonizadas por vosotros sin ser por ello los actores principales!

Pero no dejéis esta tarea para el final; puede que a vuestro paso dejarais espinas. Si así es, regresad, arrancadlas y en su lugar sembrad rosas.

13 mar 2009

Pensamiento ilustrado

¡Ojala dejaramos de perturbar con nuestros muchos ruidos, los mágicos sueños de todos los niños del mundo!

NIiños

Jamás llames malo a un niño. Si crees que lo es, averigua la causa porque si no lo haces, el único rotundamente malo serás tú.


Si un niño dice que dos y tres son ocho. No lo descalifiques. Investiga porque seguro que tiene sus razones para creerlo así.


Una madre buscaba desesperadamente a su hijo que no encontraba por ninguna parte. Caía la tarde, cuando el niño apareció tranquilamente con un amigo. La madre se abalanzó a él exclamando: ¡Qué susto me has dado, hijo! No te vuelvas a perder nunca más. El niño exclamó: ¡Si yo no estaba perdido! Estaba en las rocas viendo pescar. La que estaba perdida eras tú.


Un niño me preguntó: Maestra, ¿dios es gigante? Le contesté: Dios es como tú. Entonces el niño sonriendo exclamó de nuevo: Entonces sí es gigante!

8 mar 2009

NÉCTAR DE LA VIDA

CUANDO salí, era noche, y los campos paraísos negros fundidos con el yermo horizonte. Cuando llegué, era día, y los campos alfombras de amapolas, margaritas, mariposas, pájaros...
No, no había milagro; sólo que yo ignoraba que, para ver la luz había, ¡claro! que esperar al día.


¡POBRES seres humanos a la caza de la felicidad! La esperan mañana, pasado, el otro... La esperan regalada, gratis... Pero la felicidad sólo son momentos, y viven, y están... ¡claro que están!, pequeñitos, raudos, vertiginosos... en el transcurrir de los días.
Para mí, en este atardecer otoñal, en el poyo de este jardín, respirando el vaho mágico de esta hora, tierra mojada de un precoz chaparrón...
Para mí, en la hoja que cae, en el tren que pasa, en el papel que vuela, en el amanecer negro de nubes...
Para mí, en el recuerdo de momentos vividos al rescoldo del amor...


OFRECIENO voy, por los caminos mi perla, aquella que, tras muchos años de rodar y rodar, logré cincelar sin más herramienta que el amor. Quédate con ella -me contestan todos-. Las perlas brillan demasiado y podrían oscurecer nuestros propios destellos.
Pero mi perla es mía. Si nadie la quiere la guardaré en el corazón y su fulgor me sobrepasará, seguro, más allá de la muerte.


¡DECIDME algo, árboles silenciosos! Quiero entender vuestro lenguaje. Quiero comunicarme con vosotros, mis amigos.
Tal vez vuestra voz sea este soplo de aire fresco que corre entre vuestras ramas y tanto me reconforta.
Tal vez vuestra voz sea la bravura de estos leñosos troncos que me sirven de apoyo en mis fatigas.
Tal vez vuestra voz sea el silencio que hace posible la transparencia de vientos, pájaros... pasos.