Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

30 nov 2008

MOMENTOS

A MIS HIJOS, ANTE TODO

Tan sólo disponemos de ese maravilloso momento que, en este instante, es nuestro presente. ¿Por qué no vivirlo con la exquisitez de lo efímero y no obstante trascendente?


Y un momento es la salida del sol, y el ocaso, y un momento, la sonrisa de un niño y el perfume de una rosa, y un momento, el repique de campanas, el paso de un coche fúnebre, un pájaro que canta, un ser humano que llora…


Sólo vivimos momentos sumergidos en el tenue agridulce que, en definitiva, es la vida, pero la vida fluye como los ríos y nadie puede bañarse dos veces en la misma agua.


Hasta el momento postrero nos queda tiempo para esbozar una sonrisa, para verter una lágrima, para escribir una palabra sobre el blanco tapiz de la vida.


Siempre quedarán ecos de palabras pronunciadas en el amor de los momentos. Siempre quedará el rescoldo de sentires compartidos en la paz de los momentos. Siempre quedará alada, vigorosa, como bello sueño, la imagen del efímero caminante con una sentida canción: Hombre pequeñito, déjame volar. Sí, hijos, pequeñitos, ayudad, dejad volar.


No debe existir ni un día en blanco en la corta historia de nuestra biografía. La vida es el agridulce de una sucesión de momentos que, en cadena, y en el instante de un flash nos iluminan, a fin de que vayamos troquelando el camino que conduce hacia nosotros mismos.


Coleccionad momentos. Cuando los suméis, comprobaréis que el total puede ser la única felicidad posible.

Dónde pongáis vuestros pasos, procurad crear o mejorar caminos. Un paso puede ser momento único. Sed conscientes de dónde ponéis vuestros pies no sea que en lugar de grabar una huella, piséis, borréis la pequeña luz que os marque mejores pasos.


Mi vida ha transcurrido, transcurre en una incesante oración: ¡Déjame, Dios, un momento más, para gozar de la madrugada, para ver la puesta de sol, para besar el rostro de mis hijos, de mis nietos, déjame un momento más para sentirme ser humano y extender mis brazos hacia la dirección del amor…! ¡Tan sólo un momento más!


En un momento, un coche fúnebre. En un momento, repique de campanas. Contrastes de los momentos, vaivén que es la vida. Vividla en plenitud; también la muerte. Sólo posamos un momento en el escenario del mundo. Sed responsables de ello y actuad con la mayor perfección que os sea posible.


No midáis la vida en años, ni en horas ni tan siquiera en cuartos de hora, porque la vida es una sucesión ininterrumpida de momentos. Dadle cuerda a ese único reloj.


A veces contamos con impaciencia determinadas fechas, días, como si el alcanzarlos fuera nuestro feliz destino y sucede que como en trampolín nos lazamos a una lejana hora y en ese impaciente salto nos dejamos atrás momentos de increíble belleza y felicidad. No, hijos, no piséis tan fuerte el acelerador. Caminad de cara al sol y todo sucederá sin remedio.


Dedicad cada día un momento a ser conscientes de lo mucho positivo que tenéis, y otro momento a minimizar lo negativo. Sólo dos momentos y equilibraréis vuestra vidas.


Una confesión, total verdad de mi vida: Ni un momento he vivido sin ser consciente de la importancia de mi existencia, al tiempo que ni un momento he olvidado la provisionalidad que soy. Ni un momento, ¡ni uno!, he dejado de pensar en vosotros, en los niños, todos, en lo absurdo de vivir entronizados en el barro que somos. Ni un momento, ¡ni uno! He vivido sin crear, sin amar…Aprovechad, hijos, vuestros momentos.

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