Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

22 nov 2008

MUERTE


Nadie está exento de morir. Luego, todos, sonámbulos de una corta noche, caminamos hacia la meta en contracciones de parto. Pero, a medida que nos acercamos al útero serán más duros los dolores y más lenta la agonía. No obstante hay que llegar a la nueva luz con la cabeza alta y las manos llenas. Sólo así podremos entregarnos a ella en paz.

Mientras vivimos caminamos hacia la muerte, pero ni debe­mos vivirla como obsesiva realidad, ni olvidarnos de ella, hasta el punto de que nos sor­prenda en el camino.

La muerte es algo que no debe­mos temer -A. Machado- por­que, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos.

La sombra de la muerte, desde el mismo día de nuestro nacimiento, nos reclama, y la queremos ahuyentar buscando esa imposible supervivencia que, ingenuamente creemos está en un destacar más allá de lo que humanamente nos es posible, pero no hay tal. Sólo sobreviviremos a ella con nuestras buenas obras porque ellas serán como pequeñas huellas de luz que sigan celebrando nuestro paso por la vida.

Despiertos, y sin cesar en la lucha, esperad que, cuando se ponga el sol, vuestro cuerpo caiga majestuoso a la tierra, como caen los árboles gigantes al golpe del talador.
Mejor morir que supervivir a cualquier precio. Sólo hay vida y muerte.
La supervivencia es una lenta y dolorosa agonía.

Si la muerte de un ser querido os produce dolor, angustia, depresión… perdeos en el silencio y soledad de la naturaleza. Oiréis, seguro, la voz viva del ser perdido que os habla, y sus palabras os harán caer en la cuenta de que sigue vivo dentro de vosotros. No, no hay muerte total; sólo separación.

No hay comentarios: