Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

23 ene 2012

En el día de mi cumpleaños





¡TAN SÓLO UN DÍA MÁS!


(Una mala poesía en el día de mi cumpleaños para mis hijos y nietos.)


Déjame, Dios, un día más. ¡Uno siquiera!

Para chapotear los charcos en el otoño.

Para sentir la brisa del azahar en la primavera.

Para abrazarme, una vez más, a la maravillosa luz del alba.

Para subir al autobús y acariciarme con  el polvo de la gente

Para recibir a los pájaros emigrantes y entregarles, intactos, sus nidos,

tan celosamente guardados por mí.

Para jugar con los niños a pillar y al esconder.


Déjame, Dios, un día más. ¡Uno siquiera!

Para dibujar el rastro de mi paso en el albero

Para sentir el abrazo de los plataneros en el jardín.

Para regar con una lágrima la muerte de mi rosa en la maceta.

Para escuchar el eco de nombres que ruedan

en la imparable noria de mis recuerdos.

Para seducir a la luna que, coqueta, pasea por mi ventana.


Déjame, Dios, un día más. ¡Uno siquiera!

Para pasar la hoja del almanaque

y darle cuerda a mi reloj.

Para abrir y cerrar con llave la puerta de mi casa.

Para sentir el dolor y mirar hacia atrás su rastro.

Para escuchar campanadas catedralicias

en calles empedradas, en tejados chorreando lluvia...

Para encontrar una moto sin nombre en la espesura de la niebla.

Para escuchar la gotera en mi terraza.

Para ver cómo crece la hierba, cómo caen las hojas, cómo pasa el tren,

cómo sopla el viento, cómo el pum, pum de mi puerta me acompaña...


¡Tan sólo un día más, Dios!

Para decirles a mis hijos, nietos, hermanos,

amigos y enemigosque los quiero.


Déjame, Dios, un día más. ¡Uno siquiera!

Para que siembre mi maceta de albahaca…

Sí, aquella que tengo pendiente, aquella que sueño

en los ojos de cada madrugada.

16 ene 2012

Divisando la meta

OPINIÓN/ DIARIO CÓRDOBA
ISABEL Agüera 17/01/2012




Me quiero referir, hoy, a la meta final, a la meta que se empieza a perfilar por el horizonte, como si fuese la última palmera del desierto (¡suéltalo de una vez!): la muerte. ¿Qué hago yo aquí ya? --me decía un anciano--. No espero nada, no tengo nada que hacer; se me acabó el tiempo.
Y yo lo entendía y me faltaban palabras para quitarle la razón, porque no se puede tachar de un plumazo lo que la sociedad, los seres queridos, los achaques, la vida, en definitiva, van tallando sobre la imagen del ser humano que, inevitablemente, con el paso de los años, va perdiendo facultades a lo que se suma la creencia de la validez en exclusiva de la juventud. Recuerdo, ahora, a una señora mayor que, a cada cambio que se le proponía para mejorar su casa medio en ruinas, exclamaba: ¿Y ya para qué?
Por supuesto que entiendo esa recta final que, sin piedad, va apagando luces de futuro, dejando al mayor prácticamente sumido en el más oscuro túnel. Eso es: no hay futuro a la vista y de ahí el ¿ya para qué? y el ¿qué hago yo aquí ya?
Es cierto que esas interrogantes otean por las mentes de todos sin que a veces tengan relación con la edad, si bien es un fuerte agravante, y es que, las circunstancias, en general, pueden provocarnos cansancio de vida, desilusión, un arrastre por las rutinas de los días que se van tornando horas de televisión, algún que otro paseo y, ¡pare, pare usted de contar! En fin, electro encéfalo plano.
Y ahora voy yo y digo ¡Ya está bien, ya está bien! (¿He oído esto en la tele? Me suena mucho)
Amigo mayor: no te dejes paralizar por los años. Camina al ritmo que puedas, trabaja en lo que te guste, habla con quién sea capaz de escucharte. Escucha a quien desee hablarte. No te sientas joven pero tampoco acabado. Sí, hay futuro, pero no lo midas en años sino en momentos, en minutos porque en cada uno de ellos, hay, sin duda, una razón para seguir viviendo. Descúbrela y en ella tedrás respuesta al ¿ya para qué?



* Maestra y escritora



9 ene 2012

Pensamientos para el nuevo año




La vida, es una página en blanco que se nos entrega en el instante mismo de nuestro nacimiento. Hasta el día que somos capaces de pensar y decidir, son los demás los que escriben en ella, pero llega un momento, que, o cogemos la pluma y nos convertimos en protagonistas, lo cual nos será, paradójicamente, fuente de gratificación y dolor, o dejados llevar por la comodidad, aceptemos la letras que los demás sigan imprimiéndonos al ritmo de nuestros pasos. Esta actitud, antes o después nos exigirá estampar una firma de autenticidad que nos podremos ratificar con la consiguiente frustración.

La vida es un tren que pasa. Si no subimos a tiempo, si lo dejamos ir, nos quedaremos para siempre en la estación de espera. Y el próximo, al único que podremos acceder, será el tren de la muerte.

La vida es tan sólo un corto paseo al atardecer de un bello día. Bueno será volver la vista atrás por si a nuestro paso crecieron espinas.

En cuyo caso habrá que regresar, extirparlas y en su lugar sembrar rosas.

La vida, con el paso de los años, se va transformando en montón de escombros, donde, sin duda, palpitan hermosos retazos de felicidad.

Buscad y veréis cómo encontraréis el árbol al pie de la ladera, el camino de ayer, buscad y encontrareis palabras que, en ecos, os devolverán la memoria perdida de las cosas, buscad y aparecerá el índice del pasado que os remitirá a la salvación en momentos en los que la luz de vuestra "casa" se apague y os quedéis a solas con la silla de anea y el crujir de viejos tejados  

Romper moldes es un riesgo, pero sin comparación lo es más el pasar por la vida, corto paseo, sin colaborar a la creación que somos de un Dios que nos dejó una cuenta sin saldar: la de "recrearnos" con nuestras capacidades individuales, con nuestras cotidianidades... Con nuestro singular proyecto.

Cuenta pendiente que no hay que olvidar porque, al otro lado, se nos espera con sin deudas pendientes.
No, no se hunde la casa por una gotera, pero hay que “taparla”, mientras no sea incontrolable chaparrón, y cuando lo sea habrá que buscarle un buen “paraguas”, pero no se puede detener la vida: habrá que inventarla, habrá que sacarla de la nada, pero jamás entregar las armas.

5 ene 2012

Regalo de Reyes

                                 Mi sencillo, pero ilusionado regalo de Reyes. Un beso y que no dejemos de darle cuerda al reloj de la ilusión. Besos.

2 ene 2012

Cambiar el chip


UN NUEVO AMANECER, CADA DÍA

OPINIÓN/DIARIO CÓRDOBA
ISABEL Agüera 03/01/2012
¡Pues que ya estamos en el dos mil doce! Y parece que fue ayer cuando alguien, un buen día, fue y me dijo: Hoy cumples siete años. Ya tienes uso de razón. ¡Vaya con las barbaridades de entonces! (Y con las de ahora, chiquita, que a bien que no hay descerebrados más que adultos por el mundo)

El caso es que los cumple-abriles corren más que el tío la lista y con el saco hasta arriba de nubarrones que se traducen, primero en goterillas de nada, que van cayendo sin que nos lleguen más allá de nuestra vestidura por fina que sea, pero, ¡ay, ay, que de la noche a la mañana el chirimiri se traduce en fuerte chaparrón que nos cala hasta los huesos! (Que digo, niña, que da gusto leerte tan animosa como empiezas el año.¡Cambia el chip, mujer, cambia el chip!)

Pues, bueno, sí, hay que cambiar el chip y he aquí que se me viene a la mano unos versos de Aleixandre que considero oportunos para la fecha: Siéntate. No mires hacia atrás. ¡Adelante! Es la vida. Es el camino. ¿Que llevas la frente cubierta de sudores, con espinas, con polvo, con amargura, sin amor, sin mañana?... Sigue, sigue subiendo. Falta poco. Qué joven, qué jovencísimo, qué recién nacido eres. (No te autoengañes, chiquita. La poesía es la poesía) Coge tu palo de fresno (mmmm) blanco y apóyate. Un brazo a tu lado quisieras. Míralo, ¿no lo sientes? Yérguete y mira la raya azul del crepúsculo, la raya de la esperanza en el límite de la tierra. (Mal empiezas con demagogia y, por ende, copiada! ¡Corta, corta!)

En fin, amigos lectores, un año es solo un momento, un paso más que debemos ilustrar con las etiquetas amor, paz, esperanza, etc. (¡Vaya! No siempre quién mal empieza, mal acaba. Honradez, niña, que la corrupción os come).

¿Y esto? ¿Se me habrá colado el guapillo hacker morris300? ¡Ea!, pues, ¡que cumplamos muchos más! Y, ¡que viva, viva la marimorena-!


* Maestra y escritora