Mis pies no tuvieron ocasión de recorrer largos caminos por el mundo, pero mis ojos se cerrarán un día cargados de la belleza infinita de amaneceres y ocasos que un día y otro me eclipsan en éxtasis de admiración y agradecimiento a Dios por hacerme comprender que los únicos caminos que vale la pena recorrer son los del amor, proyectados en las pequeñas y cotidianas cosas, ocultas, no obstante, para los que miran y solo ven grandezas pasajeras.
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