Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

5 feb 2011

Anécdota


Un curso llegó a mi nueva aula un alumno con  cierto grado de discapacidad. Hasta entonces, y tenía once años, para nada se había tenido en cuenta este dato por lo que sus notas eran un auténtico caos. Por otra parte, desmotivado, triste y silencioso, su actitud era de peremene pasividad por todo.
Mi preocupación por este alumno fue en línea, en primer lugar, con hacerle sentir que lo quería y distinguía. Para ello, le encomendaba sencillas tareas: ordenar libros, sillas, ayudarme a limpiar cajones, etc.
Poco a poco su semblante fue cambiando: Era más receptivo y alegre. Fue entonces, cuando comencé a trabajar en fichas  de contenidos adaptados a su capacidad e inteligencia.
Cuando recibió el primer boletín de notas con todo aprobado, su felicidad era tal que, como si una sonrisa se hubiese instalado en su rostro, asistía todos los día spuntual a clase.
Un día se presentó con el dibujo que adjunto en el que es evidente que somos él y yo. Le pregunte, no obstante:
-¿Qué significa este dibujo?
-Es que tú eres la maestra mano que llega hasta la mía.

Aquel día me emocioné, y otros muchos días. Hoy, buscando  unos dibujos, y pasados ya bastantes años, tropiezo de nuevo con el dibujo de aquel mi querido alumno, y de nuevo vuelvo a emocionarme.

Pienso, a solas, y en horas de madrugada, cuando trabajo, cuántos alumnos se podrían salvar del fracvaso, si hubiese muchos maestros y maestras mano. Porque ser maestro, entrre otras cosas importantes, es ser conscientes de cuánto podemos dilatarnos sin derretirnos y de cómo debemos preocuparnos de formar personas antes,mucho antes, que alumnos/as.

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