Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

12 jun 2019

Recuerdos: uso de razón


Hoy os traigo, amigos,  un relato de mi vida que me marcó junto con otro que dejaré para otro día. 
No sé si fue entonces, cuando comencé a vivir o a morir. Mi madre, con gran solemnidad, me dijo un día: hoy cumples siete años. Ya tienes uso de razón Ya eres una mujercita. Por las galerías salió a la baranda Luisa que con grandes carcajadas  exclamo:
Y  ya mismo pones el huevo. Mi madre la miró y le indicó que se callara. Hacía mucho frío. Era domingo. Yo, como siempre que podía, y las máquinas de escribir estaban libres, me refugiaba allí  en mi deseo de aprender a escribir en ellas. Mi madre se alejó. Yo, ni palabra, pero algo se me solivianto en los adentros: qué o quién era aquella señora que me visitaba a los siete años y, pensando que se trataría de una luz que se encendía en el corazón, me miraba y descubrí que me latía pero nada de luz, pero eso sí, con el dedo y sobre las nobles maderas de un noble mostrador garabateé un siete y miré a mi alrededor. Descubrí un gran almanaque colgado de la pared, con un 24 de enero en rojo, y un bodegón torcido, y unos mapas  raros  que nada tenían que ver con los del colegio  y límites de España ¿Sería aquello cosa de la señora razón? ¡Cuántas veces a lo muy largo ya de mi vida he recordado aquel momento en que fue acreditado mi uso de razón! ¡Y cuántos "perigallos" hemos dicho y creído! Porque, ¿hay edad para que la luz de la razón se encienda en nuestro modo de vivir y actuar? Con frecuencia decimos: sé esto o aquello desde que tengo uso de razón. Creo que eso quiere decir desde que fui consciente de mi primer pensamiento, pero si es así, yo comencé a funcionar con tal uso a los tres años porque, sí, algo recuerdo de aquella tierna infancia.
No obstante, muchos, muchos años que mi  ganado  uso de razón, además un perigallo que no me servís para nada, porque si  haca uso de él: bailar, enamorarme, ir al cine, etc. mil  de voces se alzaban para decirme: ¡no, por ahí, no, ese no es tu camino! ¿Y cual, si mi  uso razón me había convertido en una mujercita? –según mi madre-. Por lo visto obedecer a las monjas, al cura, decir, no, a mi novio Manolo,  nada de bailes, nada de cines si no eran blancas las pelis, mucha acción católica, hija de María, montañas nevadas, cara al   sol, y eso: esperar a ver por dónde ponía el huevo anunciado por Luisa, y me pasaba  ratos mirando a las gallinas a ver cómo lo ponían.
Por supuesto no culpo a nadie. Fueron los tiempos, las costumbres, los miedos, las represiones tras aquella tremenda guerra. Hoy estoy convencida  de que los mayores también iban o venían  por ese camino

 Y visto lo visto, al día de hoy, pues, ¡que seguimos casi igual: somos libres, pero no hables que te puedes encontrar en una boda sin convidar, no opines que te tachan de las lista de posibles ventajas, y nada de ser objetivos, lógicos, inteligentes... Por eso, mejor,   el tiempo loco que tenemos y cuatro tonterías... ¡Ah!  y  apalabrados   que va muy bien para  no pensar y mantener la mente agilizada... ¿Y para qué? –me pregunto yo- Y me contesto yo:   para que nadie me engañe, ni me asuste más. Haré lo que quiera que, por cierto es alejarme de todo lo que no me guste, dejar de preocuparme los y las trepadoras que tanto abundan y a vivir en paz con mis escritos, mis amigos de Facebook, mi familia y la buena gente de mi pueblo y del mundo. ¡Pobres niños que he visto hoy sin hogar, trabajando,  durmiendo, tirados en la calle!

Y seguir queriendo y recordando a mis exalumnas de todos los tiempos



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