Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

7 oct 2016

Del árbol de hoja caduca

Hoy, amigos, un relato, tal vez repetido, pero que ayer, en un paseo por el jardín, al ver una lenta pero  constante caída de hojas recordé. Pertenece a mi obra Antología de Restos  Que tengáis un buen fin de semana os deseo de corazón.
Del árbol de hoja caduca     
Un árbol de hoja caduca fue sembrado en un hermoso jardín. A su alrededor crecían viejos árboles de hoja perenne como el pino, el aligustre, la palmera...
Cuando llegó el otoño, el árbol de hoja caduca, ante la expectación de todos, fue perdiendo sus hojas. Con sorna y algo de compasión, los demás árboles se dirigían a él: ¡qué pena nos da verte! ¿Acaso estás muerto? Tus ramas secas resultan punzantes, viejas, desapacibles. Las nuestras, en cambio, siguen siendo frondosas, verdes...
El árbol de hoja caduca, reservado y silencioso, resistía las heladas y los fuertes vientos, protegido, no obstante, por el cálido rescoldo de la savia que le alimentaba en sus adentros. Cuando llegó la primavera, poco a poco, comenzaron a brotarle yemas, hojas, ramas espléndidas que de un verde nuevo parecían izarse al cielo, alargando sus brazos en frescas sombras y refugio de cuántos pajarillos acudían al jardín, así cómo de ancianos y enamorados.

Lo árboles de hoja perenne lo miraban y se decían: ¿qué milagro es éste? ¿de dónde tal frondosidad y verdor? ¿a caso ha resucitado de la muerte? ¿acaso pretende darnos lecciones de hojas y ramas? 
El árbol de hoja caduca, adivinando sus pensamientos, y con gran humildad, les dijo: Siento, hermanos, vuestra torpeza al juzgarme en mis aparentes  horas bajas. ¿No veis cómo sale la mariposa del capullo y alza sus vuelos en irisados colores, cuando llega la primavera? Así, durante el invierno, mis hojas viejas me abandonaron, pero mi sangre siguió regando lo más profundo de mi ser. De esta manera cada año, puedo estrenar vida. Yo no sabría qué hacer con las mismas vestiduras que me nacieron el día de mi alumbramiento. Estar vivo equivale a ir desprendiéndose de lo viejo y hacer que florezca algo nuevo. ¿Pretendes llamarnos viejos? –gritaron a una irritados los árboles de hoja perenne-. No era mi intención –contestó el árbol de hoja caduca-. No he hablado de vejez sino  de juventud, de renovación, de vida.

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