Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

11 feb 2013

Al amor, con amor



Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran
mientras responsa el labio suspirando
al labio que suspira,
mientras sentirse pueda en un beso
dos almas confundidas.
mientras exista la palabra, la amistad,
mientras exista la poesía…
Sí, yo seguiré enamorada del amor,
Enamorada de la amistad, del amor, de la vida…

Dicen que mañana es el Día de los enamorados. Sí es así, ¡qué pena del maltrato que damos al amor! ¿Tan solo un día? Sí solo una hoja del almanaque es suficiente para vivir, celebrar el amor, ¡qué necias, qué oscuras, qué muertas las restantes trescientas sesenta y cuatro hojas!
Dos veces en mi larga vida he sentido las convulsivas vibraciones del amor, y no, no fui correspondida. Me tragué lágrimas, me tragué reproches, olvidos, reconres... Me tragué todo, porque los ecos del amor quedan, para siempre, grabados en el alma. Tan solo una interrogante  se me atraganta con el sabor amargo de la incomprensión: ¿por qué? No lo sé, no tengo respuesta, no tengo nada. Mejor dicho, sí, tengo algo: un breve relato, unas frases, poco más.

Así que al amor, con amor
  
RELATO: EL FALLO

Él,  pícaro de mil aventuras mujeriegas, al otro lado del teléfono, repite: Te quiero, te quiero de verdad. Te sueño, te siento, te veo… No me importan los años de diferencia. Iré a verte. Pasaremos unos días juntos.

Ella, mujer solitaria y arrastrando una vida de rutinas, nota que el corazón le salta en nuevas e ingenuas esperanzas.

Él y ella se encontraron, tras largo año de amistad virtual: Pasearon, charlaron, cenaron…

Él, mira el reloj y exclama: ¡Qué corto se hace el tiempo contigo! Es la una de la madrugada. Te acompaño a tu casa.

Ella, ingenua pero segura, contesta: No, mejor pido un taxis.

Él, a la mañana siguiente, al teléfono, se despide: Me avisaron anoche. Lo siento; una urgencia familiar.

Ella, atónita, convencida del engaño, lo despide con lágrimas.

Él no volvió más. Desapareció para siempre: ni correos, ni teléfono… Nada, nada.

Ella, el resto de su vida, se siguió preguntando: Sin duda le fallé en algo, pero, ¿cuál fue mi

fallo?

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El amor es una delicada flor que hay que abonar, regar, cuidar de las excesivas temperaturas, trasplantar, si fuera preciso y, sobre todo, dejar crecer en libertad.
No hay flor que resista los caprichos que un mal día se le puedan ocurrir a un mal jardinero.
Ni hay flor que resista la presión, el chantaje de otro amor.
La flor del amor sólo se alimenta solo de amor.

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Un día ya no estaré para seguir viendo cómo corren las nubes, para seguir sintiendo cómo la vida es un ligero paso en el que, a veces perdemos y a veces ganamos, para seguir comprobando que lo único que vale la pena es el amor que damos y recibimos...
No estaré pero   mis ojos descubrieron horizontes ocultos, mis oídos, palabras silenciadas, mis pasos, huellas inéditas, mis labios, besos sin destino, mis manos, caricias olvidadas, mi corazón, latidos de amor.

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No puedo imaginar un mapa genético sin que, en sus cuatro puntos cardinales, aparezca como factor por excelencia, el amor, porque sabernos amados, saber que le importamos a alguien, saber que somos objeto de atención y ternura  es como un constante renacer con increíbles deseos de superar dificultades, y es una especie de trance  por el cual la ilusión toma tales vuelos que en nuestras vidas parece como si se paralizara  el implacable reloj del tiempo.

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