Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

18 ene 2009


LIBERTAD

Ningún hombre ha nacido con precintos. ¿Por qué, pues, lacrarnos unos a otros?
Nada más injusto. Nada más ruin, nada más mentira.
Hay que servir a todos, pero de igual a igual, porque, si alguien quiere engañarnos para haceros esclavos, habrá que descubrirlo y abandonarlo.
No merecen ni dedicación, ni mucho menos, amor. Tan sólo compasión.

Hay una voz en el universo que sin cesar nos repite: la soledad puede que sea el precio de la libertad. Y nadie está más solo que el que busca una mano y encuentra mancos de dos.
Los barrotes sólo sirven para cubrir balcones y ventanas; jamás para dar seguridad al libre albedrío de seres humanos cuyo único delito tal vez sea su derecho a elegir.
Un nudista me decía: Practico el nudismo porque me siento muy libre. No entiendo, hijos, que el hecho de quitarse la ropa pueda ser detonante de libertad. Hay cadenas invisibles que pueden amordazarnos por mucha ropa que nos quitemos.

Ser libre no es ir por el mundo haciendo uno lo que quiera caiga quien caiga. Ser libre, para mí, es la conciencia tranquila de no haberse prostituido jamás por nada, por nadie… Ser libre es también vivir sin prejuicios absurdos. Entender que dichos prejuicios son fruto de inventos sociales y que ni un ápice alargarán ni acortarán nuestra vida. ¿Por qué, pues, vivir sujetos a ellos?

Sinceramente, hijos, me siento libre pero, eso sí, sola. Todo tiene un precio.

Bien mirado, y a pesar de la muy aireada libertad, sobre todo de expresión, estoy convencida de que no hay tal.
En las palabras se sigue buscando el lado que interesa y si no hay tal la libertad puede volar por los aires. Yo creo que más que nunca se escudriñan las palabras.
De ahí que la mayor libertad será el coraje de pronunciarlas conociendo sus riesgos.


Nadie puede considerarse libre, si transgrede lo más mínimo la libertad de los demás


A veces me pregunto cuál es el mayor bien del hombre sobre la tierra.
Y me contesto que la libertad porque, ¿a quién pertenece más que a nadie nuestra vida? ¿Quién tiene más derecho sobre ella?
Ser libres para elegir, decidir, proyectar… es el más legítimo de los derechos.
No puedo soportar, y me duele el alma, a contemplación de seres humanos ultrajados, vejados por otros. ¿Con qué derecho?
Yo pienso que quienes practican dichos comportamientos, más que personas, son monstruos, y no obstante los compadezco.
Si alguien os priva de libertad, mediante chantaje, sea el que sea, abandonadlo con todas las consecuencias. Al final, y no tardará en llegar, comprobaréis que habéis hecho, no sólo lo correcto, sino lo mejor para vosotros y para todos aquellos a quienes pudiera afectar el precio de vuestra libertad.


5 ene 2009

ILUSIONES


Las ilusiones son posibles, pero una especie de hastío resuma a nuestro alrededor, se cunde y nos contagia haciéndonos caer en el punto negro de la desilusión. Y no es extraño que así sea porque el listón de los sueños lo hemos colocado tan alto que casi nos parece imposible alcanzarlo. No pongáis límites y soñad; es posible



Una vez más, os repito, hijos: las ilusiones, si no existen, hay que inventarlas, porque sin ellas nuestros pasos sobre la arena serán borrados a la primera ola que los alcance; no, no habrá huellas, y sin ellas, ¿qué podemos legar a nuestros hijos?



Puede que a veces la caída en brazos de la desilusión esté justificada, pero puede que tan sólo sea una cómoda y hasta grata pereza, porque nada precisa menos esfuerzo que cruzarse de brazos y echarse a llorar.



Las ilusiones son pequeñas cosas -¡cuántas veces repetiré la palabra pequeño!- que hay que contemplar desde la magia de nuestras pupilas, a veces regadas por dolores y lágrimas. En cada corazón de invierno hay una primavera que palpita. ¡Vividla! No hay vuelta atrás



No os dejéis caer en brazos de la depresión con la consiguiente cantinela, nada me hace ilusión. Hay que cerrar las puertas, a cal y canto, a los primeros síntomas, de desilusión, hay que tratar de ser conscientes de que sufrimos un mal pasajero, y dar, como mínimo, un paso, tan sólo un paso que puede dar lugar a una suma indefinida de ellos que nos devolverán a la alegría del vivir y el soñar.


Muchas veces en mi vida he sentido –vosotros habéis sido testigos- el aldabonazo tremendo de la desilusión, de la depresión, a veces con motivos y otras sin ellos, pero he buscado, y encontrado la fuerza precisa para sacar de mi nada un soplo de vida que me devolviera a la magia de un sueño, si bien podía quedar reducido a unas palabras sobre el blanco de una hoja de papel: Quiero.



La imagen y semejanza que somos de un Dios hará que de nuestras manos, y casi de la nada, puedan renacer días inéditos, radiantes de luz, días de rutilantes estrellas en nuestro oscuro universo. No lo dudéis, hijos.
No es poesía. ¡Qué bien lo sé!


La rutina es fácil confundirla con el hastío y hacernos caer en el desaliento total. Yo creo que, en primer lugar, hay que revestir la rutina de cierta solemnidad, de forma que no sea tal en el sentido de producirnos cansancio por lo repetitiva que pueda ser. Podemos repetir el camino, pero nuestros ojos pueden descubrir nuevos paisajes. He ahí el secreto.
Por otra parte, hay que aceptarla como un bien necesario: sabemos a dónde vamos y qué nos aguarda. Nada, nada tiene que ver la rutina con la desilusión: ambas cosas podemos manejarlas en nuestro provecho.



Con los años se pueden multiplicar o dividir las ilusiones. Lo más común es ir perdiéndolas como si una vez tocado fondo, no hubiera motivo para tales.
Yo os digo que por mucho que se viva, ni se toca fondo, ni se llega con la punta de los dedos, porque, mientras vivimos, ascendemos o descendemos, y en ese movimiento siempre ha lugar la ilusión.

2 ene 2009

TIEMPO


Los años nos pueden transfor­mar en potente voz que pueda hacer retumbar al firmamento, pero siempre que a lo largo de nuestro caminar hayamos sabido cómo acallar palabras inútiles, palabras que sólo eran voz para agredir


El tiempo no es una escoba que lo barra todo. El tiempo no son hojas del almanaque, ni fechas, ni tan siquiera días y menos aún años El tiempo son los acontecimientos que nos marcan, que nos duelen, que nos cambian que nos van comiendo la vida como las olas muerden y se tragan las rocas, Por eso no le tengamos miedo a los cumpleaños. No son nada porque el tiempo es un invento para explicar la caída de las hojas, la salida y puesta del sol, los cambios, sí; sólo eso.



No obstante, considerando el tiempo como días, reflexionemos y entendamos que cada uno de los que se pierde en las distracciones que ofrece el camino, es irrecuperable. Basta, si ello es referencia válida, mirar las hojas del almanaque. Jamás se pasan hacia atrás; siempre hacia delante porque el retorno es un evidente imposible. Basta recordar el día de ayer para caer en la cuenta de que ya es una vieja historia escrita, bien en nuestro haber, bien en nuestro saldo.


Dios dijo: Creced y multiplicaos. No especificó años; tampoco “producto”. Porque la edad del hombre es la edad de su existencia, y su multiplicación, ante todo, son sus obras que se deben esparcir como el polen con el viento, fecundando así a cuántos, ávidos de ellas, se sienten impregnados por su perfume.


Nada se viene, nada se va por la gracia de unos años, de unas circunstancias... Cada día perdemos algo; cada día recibimos mucho. Cada ins­tante ponemos fin a un pen­samiento; cada ins­tante nos brotan ilusiones nuevas.


El futuro es dirección, camino hacia delante sin que por eso tengamos que reducir el pasado a total amnesia. Puede que en ese pasado encontremos, a veces, la brújula que nos ayude a reencontrar el camino perdido o cubierto de espesa niebla.


Todos somos hombres que envejecemos y que estamos de paso en una época de la vida. Siempre hay jóvenes y viejos de todas las edades. ¿Qué significa decir los jóvenes de ahora? ¿De cuándo? ¿De hoy? Mañana ya otros tendrán la misma edad que ellos tenían ayer" El tiempo es sólo un fantasma tonto que pretende asustarnos con su bulla de los años.

Dormía y soñé que la vida era bella; desperté y advertí que la vida es deber". Y en este deber estamos, cuando los años nos sorprenden cada vez con más premura. ¡Nada, que en un abrir y cerrar de ojos todo cambia, todo se mueve, todo se va sucediendo con una velocidad de vértigo!