Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

17 ago 2017

El mar negro.


Un  día el de hoy en el que todos andamos sobrecogidos por el atentado terrorista de ayer en Barcelona. Por mi parte, y creo que por la de todos, condena absoluta a esta barbarie instalada en el mundo que tanto dolor causa. Pero la vida sigue y nosotros también, conscientes de la realidad pero que no nos paralice ni un solo instante; sería dar por cumplido el objetivo que persiguen.
Un relato, hoy, recordando una fecha.

EL MAR NEGRO
En sus ojos estaba el mar y en sus labios palabras sin sonido que se adivinaban como en un leve parpadeo. Noventa y dos años, vestido de negro, desdentado, de andares fatigosos y un sombrero de muchos soles que le colgaba por el cuello. Llegó un día, al poyete donde yo me tomaba un largo respiro. Buenas –dijo-, con su permiso. Casi codo a codo una especie de mutua cortesía nos mantenía en absoluto silencio. Se levanto aire y un remolino de papeles fue el detonante de mi intromisión en aquel hermético hombre que, eclipsado, con la mirada fija en el mar, era ausencia y lejanía. Parece que va a cambiar el tiempo –dije-. El color del mar es casi negro. Fue entonces, cuando, tras humedecerse los labios que parecían sellados por alguna mala historia, exclamó: señora, yo siempre lo veo negro, muy negro. ¿Cómo es eso? ¿tiene algún problema de vista? -pregunté ingenuamente-. No, señora, no; la vista, como los años que tengo, vieja. Tragó saliva, unos instantes de silencio y al fin exclamó: ¿ve aquellos criaderos de mejillones? Están lejos pero se ven bien. ¡Sí, si los veo! Son como dos franjas negras… ¡Eso es –me interrumpió-, Muy negras. Un poco más adentro se ahogó mi hijo de veinticinco años… Suspiró y volvió a exclamar: desde entonces el mar se vistió de negro, como mi vida, como todo lo que me rodea… Se fue hace cinco años y hasta hoy. ¡Sabes Dios! Lo espero por si la marea me lo devuelve. Aquellas palabras me enmudecieron; no sabía qué decir pero me acerque cuanto pude a él y le ofrecí un caramelo.
No volví a verlo, pero en sus ojos estaba el mar. Desde aquel día, en los míos, un joven, un niño… ahogados en la playa y no culpa del mar, culpa de un mundo que no podemos o no queremos administrar mejor.
Miro al cielo y no sé qué pedir; tampoco hay un dios responsable. Por eso os miro a vosotros, amigos, y os pido solidaridad, amor con todos aquellos que, como el anciano de negro, lleven un drama en su mirada. Seguro que el mundo cambiará, cuando cada uno de nosotros tiña sus ojos de esperanza.
Y hoy no tengo más imagen; solo música que acompañe el dolor de todos, sin que caigamos en la tristeza y el desánimo.Besos,muchos besos de corazón, amigos.
GOOGLE.ES



No hay comentarios: