Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

7 dic 2016

Ser inmaculado, hoy


Mi querida y  preciosa  parroquia de la Inmaculada de mi pueblo, 
Villa del Río, felicidades

Tras mi habitual mirada al atardecer, que me llega por el color del jardín que ronda mi ventana, organizo mi soledad. Hoy, ante mi vista un almanaque  con el rojo de mañana día de la Inmaculada.   
Pues sí, un año más llega el día de la Purísima. Hay fechas que conllevan un halo de nostalgia. Esta, de forma muy particular, me traslada a mis años de infancia y juventud. Sí, yo quería ser inmaculada, blanca, casi quería ser más azucena que persona Y para ello, ¡madre mía!, nada de ropa por encima de las rodillas ni mangas por encima del codo, nada de escotes, nada de bailes… 
¡Pues no pasé veces por el confesionario, cuando iba, con siete años a hacer la Primera Comunión! Y todo  porque no me atrevía a decir que se me había escapado un pedo en la catequesis, que había dado vuelos con mi faldita de pliegues amarilla, que había mirado carteleras, etc. ¡Qué barbaridad de pecados  relacionados con la sexualidad a la que ni remotamente conocía el nombre, y bueno, así llegué tan pura y tan inmaculada a joven que  a pesar de ser medio azucena le di una torta a un chiquillo que me dio un pellizco en el “sagrado”  trasero.

Agua pasada todo esto, fruto de unos años que me tocaron vivir, pero me hice mayor y caí en la cuenta de que todo aquello era una falacia y que ser inmaculada, blanca, casi azucena, hoy, tiene mucho que ver con ser honrada, sincera, humanitaria, solidaria… Y es por eso que lejos de aquellos absurdos anhelos, mi búsqueda   se encamine por los soleados paisajes del amor. Amor a todos los seres humanos hasta dónde pueda llegar con mi capacidad para construir, luchar, reivindicar..., porque, cuando llegue el sublime  momento del adiós definitivo,  no quiero que me sorprenda de brazos cruzados, contemplando cómo el mundo se hace trizas, y yo me elevo en pureza y hermosura en un paraíso que nunca fue.

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