Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

1 sept 2014

Escalofríos: Capítulo Y


(Final del capitulo anteeior: Dos o tres personas que pasaban se detuvieron a mirarlo descaradamente, al tiempo que también elevaban la vista hasta mi balcón buscando respuestas a su intriga y curiosidad.)

Cansada, perpleja y con sensación de haber vivido una pesadilla, me dejé caer en el sofá, cerca del teléfono al que instintivamente se me iban los ojos y  las manos en una apremiante necesidad de contarle a alguien lo ocurrido. Por unos minutos la casa volvió a inundarse de humo y mis ojos quedaron casi ciegos en unos  zigzagueantes destellos de colores que me causaron tal pánico que creí llegada mi última hora. No podía pensar, no podía moverme… Algo muy fuerte me bullía en mi interior. Casi de forma inconsciente, saqué del bolso, siempre cerca de mí, un ansiolítico y me la tragué sin más. Apoyé la cabeza sobre un gran cojín y allí, acurrucada, esperando mi final,  me quedé dormida.
Y en  cada una de las tres  fotos que le robé con mi móvil, su rostro era, es diferente. Yo podía estar confundida pero la cámara de mi móvil, no. Las sigo mirando, comparando… La verdad es que la inesperada visita me llevó días de preocupación, dudas y sobresaltos.  
Y sí, aquel hombre volvió, pero yo tenía una vida, más pasada que presente por lo que decidí contarla
Nací  un día de Todos los Santos, cuando, según contaba mi madre, en la iglesia del pueblo, al atardecer, se iniciaba el doblar de campanas que durante veinticuatro horas precedían, en incesante tañer, al día de los Difuntos, un día de comer gachas, de estrenar abrigos, un día  de ennoviarse, asar castañas, visitar cementerios, asistir a la novena de Ánimas, un día, sí, más de muertos que de vivos, pero yo aterricé, ¡qué ricura!, triunfante, en un moisés blandito y perfumado, a pesar de tan tétrica música de fondo y de tan fúnebre escenario. Eso sí, fue culpa del Ogino, ése, que se equivocó y ¡menos mal que fui fémina! porque, dos hermanos varones, que ya andaban por el mundo, y uno más,  hubiéramos sido un montón de machos que más bien gustaban menos a mi madre.
De mi matrimonio nacieron dos hijos: Desire y Ángel, casados ya  y haciendo sus  vidas por esos mundos. Como es ley de vida, dicen. Mi Desi, en Barcelona; mi Ángel, en Palma de Mallorca.
Estoy, pues, demasiado sola y falta, ¡muy falta, de afectos cercanos, sinceros…! Sola, deprimida y con secuelas de vivencias que, con memoria definitiva, se instalaron en mí, dejando, para siempre, marcas imborrables, despiadadas y punzantes. Marcas que ya ni intento borrar. Quedarme sin ellas sería como raparme o quedarme coja, manca… Despellejarme. Algo así, creo yo. Los dramas de mi vida, muchos. Los iré contando, pero, ¿vale la pena? ¿A quién le interesan?  Si tan solo soy, somos todos, gritos anónimos en desierto de astros indiferentes… ¿Tan solo era alguien, luz -decía- para aquel extraño personaje?


1 comentario:

Katiuska dijo...

Pues si vale la pena compartir con los demás.Unas veces animan y otras hacen pensar. Besos