Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

13 oct 2011

Dos minicuentos

Fatuo Escritor

Un, hombre rudo, de estudios básicos, tras jubilarse, decidió ser escritor. Se editó su primer libro,  empeñando en ello todos sus ahorros. Y dirigió, sin el menor éxito, todo su empeño en vender algunos ejemplares.

Un día se encontró con una amiga e irritado le comentó: ¡Qué torpes son los lectores! Sólo buscan forraje y letra fácil. No sé cómo haría para que se pusieran en mi piel, me leyeran y comprendieran.

Ella, escritora consumada a golpe de muchos años de vocación y dedicación, le contestó: Es muy fácil: Eres tú el que debe ponerte en su piel, leer sus vidas y comprenderlas. Tan solo así te comprenderán y leerán.






Buen Salario
Vieja y haraposa mendiga, a la que le chorreaba una repugnante saliva, entró en una cafetería.

Desde la barra, y nada más verla, un camarero le grito: ¡Fuera, fuera!, ¡Fuera de aquí! ¿Te lo tengo que repetir todos los días?

Él, todo un señor, salió al paso y echándole un brazo por encima la condujo hasta la puerta, tras comprarle bocadillo y botella de leche.

Ella exclamó: ¡Gracias, señor! Veo que todavía Dios anda por el mundo. Que Él se lo pague, hermano.

Él, todo un señor, contestó amablemente: ¡Buen pagador, hermana! Ya me lo ha pagado con sobras.. Hasta hoy era hijo único.

Era de madrugada, y yo, en soledad observaba y concluía: ¡Qué buen salario el de Dios!









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