Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

26 dic 2008

BELLEZA

La belleza sólo es comprendida con el espíritu. Nos podemos confundir porque irisada puede aletear ante nuestra atónita mirada perdida en la materialidad de las cosas. Pero la belleza que así se muestra tiene tan corta vida que, antes de que se ponga el sol de un día, habrá muerto.

Sólo es bella y eterna la calidez que emana del corazón y se va proyectando allá donde alcanza nuestra mirada, nuestro destino, nuestra imaginación.
¿No os habéis fijado cuán bellos son los pasos del caminante, cuando sutilmente nos roza con el halo de su melancolía? Bellos y cálidos son siempre los pasos del caminate.Porque la belleza que admira el mundo es el efímero fulgor de una estrella fugaz, pero la belleza que admira el sabio es armonía de la que sólo se percibe una suave brisa transparente que deja al descubierto el corazón palpitante del hombre.
La panorámica mas excitante para la vista es aquella donde pueden volar aves, brotar fuentes y reposar el caminante. Pero un campo vedado es como un erial por donde sobrevuelan nubes secas y vientos yermos.

Según vamos cumpliendo años nuestro concepto de la belleza va cambiando, pero al final podemos darnos cuenta de que volvemos a la etapa de niños. Es decir, la simpleza de una cometa que se eleva, por ejemplo, puede resultarnos más bella que el gran decorado que pueda ofertarnos el mundo.


La belleza es ante todo armonía. Si hay elementos disonantes, mejor eliminarlos. Son como ruidos que molestan y distraen. Buscad en todo armonía. Es más, sed vosotros armonía viva.
Cada amanecer contemplo la belleza de la alborada. Jamás se repite el paisaje, pero siempre se repite la armonía.
¡Cuánta belleza llevaré conmigo, cuando abandone este mundo!
Mis ojos rastrearon insólitos paisajes, y mi alma, llena de amor y agradecimiento, se elevó buscando respuesta. Sí, la hay; está en nosotros.

No dudéis en elegir siempre lo más bello: acertaréis porque la belleza no puede convivir con la maldad, mentira, hipocresía…


Todas las cosas y sobre todo las personas tienen su lado bello. Sucede que a veces, nuestra fealdad nos impide descubrirlo. Por eso, si empezamos por considerar nuestra propia belleza, nos daremos de bruces con la de los demás por muy escondida que se halle.

No todas las miradas, aún dirigidas en la misma dirección, saben ver qué hay más allá de una alborada. Miran pero no ven porque sus ojos buscan augurios que nada tienen que ver con la belleza, la paz, la esperanza que el nacimiento de un día nos comunica. Es como si una ceguera infinita les impidiera ver la luz del día.

A veces me sorprendo extasiada en una florecilla.
Me pregunto si seré demasiado simple, pero algo me dice que no es ingenuidad lo que revela mi gesto sino el resultado de haber pasado mi vida rastreando maravillosas pequeñeces; grandezas ignoradas.
Cada madrugada y cada atardecer fotografío el cielo. Una maravillosa exposición de belleza que llevaré conmigo. No os la perdáis, hijos.
Son maravillas que el mundo no ve porque sus ojos están puestos en efímeros horizontes.

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