Mis pensamientos, poemas, cuentos... de Isabel Agüera

5 mar 2017

Paréntesis

  Como los jaramagos, yo quisiera ser siempre 
preludio de primavera

Paréntesis de lo que os vengo contando de mi biografía. Continuara.
¡Pues, sí, llegué a las diez, o sea a las 22 horas de ayer, sábado! Y digo yo, ¿quién me manda a mí meterme en estos compromisos de tener que escribir a una hora determinada? Me pongo por bandera la libertad –bla, bla, bla- y a la mínima me encuentro atrapada por un blog que como si mis mensajes los arrojara en una botella al inmenso mar de Internet, me santiguo y me digo: ¡allá que va por si alguien lo encuentra!
Y a lo que iba: después de mis esfuerzos mañaneros, después de llamar a mis hijos para que estuvieran tranquilos y contentos con mis proyectos, la mencionada,  ya otras veces, subida a mi casa de la sierra. ¡Un catorce por ciento y mi coche renqueando! Pero mi música me acompañaba. San Francisco de Scott Mk… Mi imaginación volaba por ahí lejos, a lugares, más allá del mar habrá un lugar…  En el último tramo, un sueño de bosque, las ruedas   se me quejaron, y con razón, porque, ¡vaya socavones que ha dejado la lluvia! Un poco más y me tiene que rescatar una grúa. Pero logré llegar sana y salva. ¡Ay, ay, qué olores! Cómo se oye ya la sinfonía de la primavera: cuánto verde, cuánto silencio y cuánto cuidado en cada paso porque la tierra era un  colchón de barro. Pero, bueno, saqué la cámara y fotografías van y vienen y  aspirar, expirar… ¡esas cosas que se hacen, cuando nadie nos ve y pensamos que estamos tragando salud –jjajajajaja!-. Llevaba un oloroso bocata para lo que se presentara, pero tras respirar tan buenos y sustanciosos aires,  el apetito dijo: ¡que estoy aquí! Y el bocata cayó en un santiamén. Me agarré a un carrito de la compra, por lo de mi agorafobia, y me planté en lo más alto, tan alto que  desde allí se divisan un montón de pueblos y en días luminosos hasta Sierra Nevada. Hoy, no, hoy  un aliento de niebla difuminaba los horizontes. Por unos momentos recordé lo que había escrito a las seis de la madrugada y me dije: ¡Bueno, a lo mejor no fui deseada, pero aquí estoy, comiendo aire sano, pisando cacas de conejos, de cabras, fotografiando florecillas y pensando en mis amigos… ¿Amigos? Yo los quiero. No es virtud es que como se supone que no debí nacer, tengo que estar agradecida al mundo que me sostiene y ellos están ahí, un poco son los brazos que me acunan, aunque no me canten la nanilla de los años.
Y, nada, después, con el bocata, que no se me bajaba, me despedí de las montañas… Caminito amigo, yo también me vo. regresé con más música, feliz por mi reencuentro con la naturaleza que me habla, me mira, me quiere.

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